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lunes, 31 de diciembre de 2012

Solo un deseo

Una vez más, aunque pareciera poco probable que fuera a conseguirlo con el trote que le estamos dando, este pequeño planeta se ha dignado a dar otra vuelta al sol, y ya van unas cuantas desde que las contamos, 2012 para quienes provenimos de raíces cristianas, 4709 para los chinos o 5773 para los hebreos, más todas aquellas en las que no hemos estado para poder llevar la cuenta.


Un año más y un momento para reflexionar antes de comenzar el siguiente, un momento para guardar en la mochila todo lo bueno pasado y recordar las piedras que hayan podido aparecer en nuestros caminos para tratar de no volver a tropezar con ellas.


A nivel personal, una vez más es difícil enumerar todo lo que este año me ha dejado el camino, a pesar de las dificultades de la vida, del gris con el que la sociedad intenta despertarnos cada mañana y de que nos traten de poner tantas zancadillas que en ocasiones se ponga cuesta arriba casi casi hasta el respirar, este ha sido un año para recuperar la ilusión. Y ha sido un año para recuperar la ilusión porque pase lo que pase, o pese a quien pese, he conseguido seguir emocionándome, con las grandes cosas, con las medianas, pero sobre todo con aquellas pequeñas, a veces insignificantes, que son las que nos permiten cada día seguir vistiéndonos empezando por la sonrisa y mirar al mundo con ojos de niño.


Por eso, por todo, por lo pequeño, por lo grande, con este año que termina no puedo sino daros las gracias a todos. Muchas gracias por cada beso, por cada abrazo, por cada brindis, por cada broma, por cada sonrisa sincera, por cada carta, por cada charla, por cada canción desafinada. Muchas gracias por cada alabanza y muchas más por cada reproche, gracias por las luchas, por compartir las calles, por los sueños y utopías que compartimos. Muchas gracias por leerme, gracias por permitirme leeros, gracias por estar siempre ahí cuando se os necesita, al ladito o a 10.000 kilómetros, pero en el fondo siempre ahí.


Gracias, muchas gracias a quienes desearían compartir más conmigo y no se puede, porque muchas veces nos falte tiempo, otras no nos lleguen las palabras y otras la inapetencia nos pueda. y gracias, muchas gracias, a quienes comparten mi día a día, soportándome, queriéndome, sufriéndome y disfrutándome, gracias a quienes hace tiempo decidieron que su camino era tan mío como mi camino era suyo, y siguen caminando conmigo a ratos a codazos pero casi siempre codo con codo, con el horizonte como única meta, la locura como consejera y la ilusión y la sonrisa convertidas en cada uno de nuestros zapatos.


Y gracias a ti, por todo, por nada, gracias por iluminar los días oscuros, por pintar sonrisas allá por donde camine y por bombear un poquito de felicidad con cada uno de mis latidos, gracias por dejarme ser parte de nuestro pequeño y humilde nosotros.


Termina uno y comienza otro, tal vez un paseo, tal vez una maratón, pero con un solo deseo, el de, dentro de 365 días, poder volver a daros las gracias. Feliz año nuevo!

jueves, 27 de diciembre de 2012

Tristes hasta siempres

Decir hasta siempre nunca es fácil, es cierto que además las fechas en las que estamos parece que invitan a todo menos a tristes despedidas, pero no es menos cierto que la muerte no entiende de fechas y que el camino se termina marque lo que marque el calendario.
Lo cierto es que nunca me han gustado las despedidas si no están acompañadas de un hasta pronto. Poner punto y final a los caminos compartidos significa tener que sacar todo lo que uno tiene para, cerrando una puerta, saber guardar lo mejor de la experiencia vivida en ese enorme saco sin fondo en el que se archivan los buenos recuerdos.

Por eso, a pesar de que no siempre fue fácil, incluso en muchos de los últimos momentos se hizo muy complicado, me guardaré de ti todo lo bueno aprendido. Me guardaré de ti esa energía que nos imprimías, me guardaré esas sonrisas que siempre nos sacabas con tus horribles chistes. Me guardaré los momentos rebuscando entre tus cintas de música, los momentos descubriendo canciones y acordes rotos. Me guardaré, como no, ese momento en las nocheviejas, cunado mientras todo el mundo tiraba petardos, nosotros nos echábamos nuestro “petardo” de año nuevo, como tú lo llamabas.

Me guardaré, a fin de cuentas, todo lo bueno que nos diste, todo lo que nos hizo ser mejores, para aprender a echarte de menos siempre con una sonrisa en la boca, como a ti te habría gustado, agur Kike, agur betirako.

viernes, 21 de diciembre de 2012

This is the end...

Aquí estoy, mirando al cielo mientras contengo la respiración esperando que de un momento a otro comience la lluvia de fuego previa a la oscuridad total, o que de repente aparezca Godzilla de entre las aguas de la ría para arrasar con todo el mundo conocido, pero, mucho me temo, nada de esto va a pasar.

Y si os digo la verdad no tengo nada claro si esto es bueno o malo, porque es ponerse uno a mirar como tenemos el planeta hoy en día y dan ganas de comenzar la destrucción con tus propias manos. Guerras, hambre, injusticia, ausencia de libertad, destrucción de la naturaleza… un panorama que es de lo más desalentador, y que invita a pulsar el botón rojo y mandar a los humanos a freír morcillas, así, sin miramientos.

Y luego miras un poco más en profundidad, y piensas en el valor de las cosas pequeñas, en el placer que produce una sonrisa, en la emoción de una mirada, en el palpitar del corazón tras cada beso, en la sensación de las gotas de lluvia golpeando sobre tu rostro desnudo…y es cuando te surgen las dudas.

Porque los seres humanos somos capaces de lo peor y de lo mejor, pero tenemos el gran problema de que sólo parecemos darnos cuenta de lo primero. Yo siempre he pensado que, más que malos, somos irresponsables. Es mucho más fácil pensar que somos así, que no hay nada que hacer con las personas y que sólo nos queda seguir el camino hacia la autodestrucción, antes que aceptar la enorme responsabilidad que supone tomar las riendas de nuestro propio planeta y aprender a convivir y respetar sin más ambición que la ser feliz viviendo mucho en vez de teniendo mucho.

A pesar de los pesares, me temo que sigo pensando que las personas podemos encontrar nuestra salvación, siempre y cuando comencemos a creernos que hay que dejar de soñar y comenzar a caminar, siempre y cuando comencemos a asumir que no lo estamos haciendo bien, y nos dispongamos a pagar el precio que supone ser responsables de todos y cada uno de nuestros actos, para bien y para mal.

Y si no… pues que venga Godzilla…

miércoles, 19 de diciembre de 2012

4 días sin internet...

Se que les va a parecer increíble, incluso habrá quien piense que todo lo que digo es mentira y que me invento más cosas que Peter Jackson en el Hobbit, pero lo quieran creer o no es tan real como la vida misma, acabo de pasar 4 días sin Internet, y he sobrevivido!

La verdad es que las primeras horas uno lo pasa mal, empiezan los sudores fríos, luego vienen los temblores, las fiebres, los vómitos… pero pasado un rato, tan normal oiga!

Y es que vivimos (yo el primero) en una sociedad con una hiperdependencia tecnológica, y al final uno tiene la impresión de que si se deja el móvil en casa seguro que cuando vuelva va a tener las 10 llamadas que no ha tenido en todo el año, y de que si no abre feisbuk seguro que ese día era el predestinado para reencontrase con toñín, ese gran amigo perdido de la infancia.

He de reconocer que normalmente, los mayores periodos que paso incomunicado suelen coincidir con mis amadas vacaciones. Resulta curioso que cuando más desconecto de las redes es cuando más las necesito para comunicarme mínimamente con el exterior, pero es que estoy convencido de que, si fuera por el mundo con mi tablet, estaría más pendiente de contarle al mundo lo que veo que de ver el mundo.

Créanme, pruébenlo, no es para tanto. Vivir unos días desconectado es vivir en paz, es vivir sin necesidades creadas ficticiamente, es despertarse, ver el sol con la ventana y decidir marcharte a pasear con tu pareja por la orilla de la playa. Es darse todo el tiempo del mundo para cocinar lo que a uno le apetece, es disfrutar de una buena cerveza que te ha regalado un buen amigo, es ver una película en el cine en vez de en tu televisor, es, en definitiva, dedicarle un poco de tiempo a los pequeños placeres de la vida, que tan abandonados tenemos.

No mentiré, el día después llegarán los buzones de mail rebosantes, el feisbuk más rojo que nunca y, como no, el momento en el que te das cuenta de que, por muy desconectado que hayas estado, no ha pasado absolutamente nada que no hubiera tenido que pasar…

viernes, 14 de diciembre de 2012

Días de relax

Si algo bueno tiene no gastar todos los días de vacaciones de que uno dispone a lo largo del año, es que cuando este termina siempre puede rascar alguno para poder parar a respirar un poco en el momento en el que a todo el mundo más le falta el aire.

Ciertamente a mi me encanta usar mis días libres para viajar y conocer lugare sy gentes, pero he de reconocer que esta vez lo que necesito es sentarme y no hacer absolutamente nada, que ya es hacer mucho.

Tomarse un par de días para recargar las pilas y afrontar con fuerza el fin del mundo se me antoja más necesario que nunca, así que disculpen si en los próximos días no me muestro mucho pero, con gran placer, les comunico que estaré descansando...

martes, 11 de diciembre de 2012

Lugares incómodos: el vestuario del polideportivo...

Imagino que en las universidades, sobre todo en las que se forman diseñadores, arquitectos e ingenieros, existirá una asignatura, o que menos que una clase, dedicada a lugares diseñados específicamente para ser incómodos.

Si hay un lugar en este mundo que desde siempre me ha parecido diseñado por Pepe Viyuela, ese es el vestuario de los polideportivos. No, no es algo específico de piscinas o gimnasios, sino de polideportivos públicos, un lugar aterrador y que roza la excelencia en lo que a incomodidad se refiere.

Cuando el concejal de deportes de un ayuntamiento se decide a iniciar la obra de un polideportivo, imagino que sólo pone una condición sine qua non, el vestuario… lo más incómodo posible!

Hay varios elementos o características indispensables en cualquier vestuario de polideportivo para poder cubrir con los estándares de anticalidad:

- la taquilla: es totalmente imprescindible que exista un número elevado de taquillas, de ellas el 25 % no tendrán cerradura, del 75 % restante la mitad tendrán la llave sin cuerda y bajo ningún concepto el usuario dispondrá de ninguna percha para colgar sus pertenencias.

- el banco: es muy importante que el banco nunca exceda los 25 centímetros de ancho, si así fuera, se podría dar el caso de que alguien pudiera apoyar cómodamente sus cosas o, lo que sería aún mucho peor, sentarse. Los bancos deberán conformarse por una hilera de 3 tablas, y se deberá guardar la distancia suficiente para que si alguien deja su mochila esta caiga al suelo irremediablemente.

- el suelo: el diseño debe tener una característica sobre todas las demás, debe ser inundable. Para customizarlo podemos colocar alguna rejilla, pero esta nunca debe tragar el agua, si no se te moja cualquier cosa que se caiga al suelo, no estás en el vestuario de un polideportivo.

- respiradores: inexistentes, se colocan dos máquinas que introducen vapor que añadido a la cualidad pro-vaho de los espejos consigue que sea más fácil digerir un petisuis de sobrasada que peinarse después de la ducha.

Y es que le guste o no a uno, esto es así, da lo mismo que uno esté en el polideportivo de Galdakao, de Cuenca o de Dubrovnic, así que quien se digne en acudir a estos templos del culto al cuerpo y de ofensa al interiorismo, que se vaya preparando…

lunes, 10 de diciembre de 2012

La recta final

Tres semanitas, no queda más, para cuando nos queramos dar cuenta, y siempre que un Apocalipsis zombie el 21 de diciembre no lo evite, nos encontraremos saturados de jamón tratando de deglutir las dichosas uvas preguntándonos si el año que empieza seremos capaces de llevar a buen puerto todas esas cosas que en muchos casos no hemos llegado ni a comenzar en el año que sale.

Tres semanas para llenar todo de buenas intenciones, de dietas espartanas, de promesas de escribir más y más bonito y de seguir gastando suela en caminos, tanto conocidos como inexplorados.

Tres semanas, no más, tres semanas para apurar e intentar hacer algo digno de mención, tres semanas para que el balance no salga muy negativo, tres semanas, en mi caso, para pasar de balanzas, para mirar el precioso camino recorrido en los últimos 12 meses, para asegurar que los siguientes siguen comenzando con la mochila bien llena de sueños y para saber seguir ilusionándome con cada paso, sin convertirlo en una meta en sí mismo, para así no tener que arrepentirme de nada, cuando pasen otros 12 meses…

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Asocial

Si, lo se, no debería quitarme los cascos cuando voy en metro al trabajo, lo suyo es centrarse en un buen libro o una buena canción y ser ajeno al mondo estúpido que nos rodea, pero es que a veces uno, muy a su pesar, quiere ser parte de esa masa infame de zombies, que quieren que les diga.

¿Qué Piter no tiene guasap? Hay que ser asocial!!!

Hasta aquí podíamos llegar bonita. Yo no sólo puedo comprender sino que comprendo y comparto algunas de las bondades de esta maraña de redes sociales, teléfonos y aplicaciones varias en las que nos vemos envueltos, pero todo tiene su límite.

Piter, a quien no conozco pero aún así voy a defender, puede que tenga más amigos que tú, con los que, seguramente, se dedique a compartir unas cervezas y charlar sobre cualquier tontería, pero amigos que cuentan con el y con los que el puede contar. Que piter no tenga quien le cuide la granja en feisbuk no significa que su vida social no exista, sino que la tuya, posiblemente, sea lamentable.

Yo he tenido la suerte, enorme, inmensa, de pertenecer a una generación que jugaba en el monte, se llamaba directamente en el timbre y que, ojo al dato, cuando tenía amigos lejos, de esos con los que te comes los veranos de vacaciones, enviaba CARTAS para saber como estaban. Yo me siento un privilegiado porque a lo largo de mi camino he conocido muchísima gente, y con mucha de ella, en muchos casos ayudado por las redes sociales, sigo manteniendo una muy buena relación.

Tal vez sea que valoro que exista algo más que la simple fachada e inexpresividad de un perfil sin sentimientos, o tal vez que, ciertamente, soy un asocial, pero que me lo llame quien dedica más tiempo que yo a disfrutar de los suyos, quien no hace como yo perdiendo parte de su tiempo en feisbuk sino que de dedica a vivir sus amistades. Lo que no tolero, bajo ningún concepto, es que quien dedica más tiempo a su teléfono que a sus amistades y amores, se sienta con la autoridad moral para marginar socialmente a quien no cumple con sus, esta vez si, asociales estereotipos

lunes, 3 de diciembre de 2012

Cosas de la edad...

Cuando uno tiene 18 o 20 años todo el mundo es viejo y cada momento hay que tragárselo sin masticar, no vaya a ser que por pararse uno a saborearlo deje algo sin comer. Luego entre los 20 y los 30 se empieza con la cantinela esa de que hay viejos de 20 y jóvenes de 40, y evidentemente son jóvenes de 40 aquellos que con esa edad siguen haciendo lo que a nosotros nos parece que hacen los jóvenes.

Pero de repente llega un momento, cuando uno entra en la treintena y su cuerpo le empieza a recordar que no es un adolescente que todo lo aguanta, en el que de verdad te tomas tu tiempo para intentar ver con perspectiva las denominadas “cuestiones” de la edad.

Yo soy de esas personas a las que, aunque no le guste, no le cuesta reconocerlo, ya no soy joven. Y no soy joven por cuestiones tanto biológicas como de definición, sin tener nada que ver con la capacidad de mi hígado para neutralizar chupitos de tequila o de mi cuerpo en general para estar dos días sin dormir.

No soy joven, sin más, ya lo he sido, y me ha encantado. Ya he tenido mi tiempo de aprendizaje sobre la vida, sobre donde ir y sobre como caer y levantarse, y ahora estoy en la época en la que me toca disfrutar de lo aprendido y amortizar tanta tirita.

Que nadie se equivoque, esto no significa para nada que no queden noches interminables en las que la música. la luna, el humo y el alcohol me lleven a mañanas de mantita e ibuprofeno, lo que esto significa es que con el segundo trago seré consciente del por qué de lo que vendrá detrás, y estaré encantado de asumir sus consecuencias.

Son cosas de la edad, aprender a apreciar cada cosa en su justa medida sin despreciar las que hacías antes por el mero hecho de que fueran fruto de la inexperiencia: ni lo joven es inconsciente ni lo maduro serio, todo consiste en encontrar equilibrios. No creo que tomarse un kalimotxo ya no me pegue ni que leer a Bucay con un buen Oporto me convierta en un señor, simplemente he aprendido que cada cosa tiene su momento y que si sabes apreciarlas, la edad es lo de menos.

Así que al final, no es que me haga viejo, ni que deje de ser joven, sino que termino por darme cuenta de que hay que adaptarse a cada momento para saber sacarle todo su jugo, sin prisas, y sin pausas…