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lunes, 29 de abril de 2013

Aprendiendo de lo cotidiano...

Casi casi en la lengua el dulce sabor del trabajo bien hecho, bueno, bien o mal no seré yo quien lo diga, pero hecho seguro.

Lo cierto es que nos pasamos el día con mil cosas en la cabeza (hablo de las personas, no de quienes ven telecinco), sumergidos en una búsqueda incesante del camino más corto hacia la felicidad y, si se llega a ella, del mejor método para conservarla. Nos pasamos el día construyendo y derribando nuestros castillos de arena mentales, soñando revoluciones y revolucionando nuestros sueños, siempre intentando trascender lo cotidiano.

Y me resulta muy curioso comprobar como lo cotidiano, cuando quiere, es capaz de trascender con creces a todo lo demás, eclipsando pensamientos y cegando los caminos de una manera abrumadora. Es imposible escapar a lo cotidiano y en ocasiones debemos permitir que absorba hasta la última gota de nuestra sangre, es ley de vida, nadie puede escapar a hacer la compra, la colada, o, como es el caso, a una interminable mudanza.

Resulta curioso, y sin duda necesario, porque para saber volar primero hay que aprender a poner los pies en el suelo, porque las cosas simples y llanas del día a día son las que pase lo que pase van a seguir estando ahí y en el saber sobrellevarlas de la mejor manera posible es donde reside el secreto de la verdadera felicidad. Por eso resulta necesario, y por eso, al final, de tanta agujeta, tanta caja, y tanto estrés, uno termina aprendiendo también cosas buenas, y desaprendiendo malas.

jueves, 25 de abril de 2013

Ayyyy

Si es lo que tiene esto del caja parriba y caja pabajo, que uno se levanta y casi no puede ni salir de la ducha, unas vacaciones necesito...


lunes, 22 de abril de 2013

Ausencia de palabras

Es cierto, mla que me pese llevo unos días que no se que me pasa, pero que parece que los dedos no saben qué letras deben presionar para escribir algo que contenga un mínimo de coherencia, vale, habrá quien piense que eso no tiene nada de raro, pero me refiero a mi propia coherencia, no a la estipulada por la norma dominante.

Y es que con tanto viaje y tanta escalera, parece que las frases se han quedado escondidas dentro de alguna caja, no se si entre una montaña de calcetines, si junto a los recuerdos de algún viaje o si entre una sarté y una copa de vino, pero el caso es que no temrinan de aparecer, y sin ellas todo se vuelve más denso de lo habitual.

Así que, aunque puede que sólo ayude a acumular cansancio y crear nubes de polvo, va siendo hora de desembalar lo embalado, a ver si por algún rincón, o pegadas a un tramo de cinta adhesiva, empiezan a aparecer las ideas que ultimamente tanto se esconden...

jueves, 18 de abril de 2013

Que paren el mundo...

martes, 16 de abril de 2013

De mudanza....

Moverte de una casa a otra siempre trae algún que otro quebradero de cabeza, no es que suponga problemas añadidos al traslado ni nostalgias obligadas, pero el simple hecho de meter tu vida en cajas va dejando al descubierto cuanto de material tiene tu día a día, así como can cada cajón vacío se van destapando recuerdos e historias cuasiolvidadas.

Por mucho que uno evite la  Gran Vía y sus rebajas, a la hora de mudarte no puedes ocultar tu perplejidad ante al cúmulo de chaquetas, pantalones, camisetas… Es cierto que hasta te paras un segundo, piensas que no lo usas todo, no entiendes de donde sale tal cantidad de cosas e incluso te deshaces de la mitad de ellas de tal forma que alguien pueda sacar provecho de ello. No te preocupes, en la próxima mudanza, tendrás que volver a preguntarte si será por esporas o si es que tu cómoda se ha convertido en Sodoma y Gomorra, pero las prendas se habrán vuelto a multiplicar como por arte de magia.

Si algo hay indiscutible, es que si durante meses te has estado preguntando donde estaba ese papel, o ese recibo, o si has tenido que solicitar un duplicado de esa factura… no te preocupes, todo ello aparecerá como por arte de magia, y todo ello aparecerá en esos cajones en lo que jurarías haber mirado mil y una veces, es como si la tarjeta de la biblioteca saliera del cajón diciendo: por mi y por todos mis compañeros!

Y luego pues las cosas normales, muchos recuerdos, muchas historias, muchos sentimientos, y muchas muchas cajas dispuestas a llevarlo todo a un lugar en el que seguir creando caminos, en el que seguir acumulando ropas y en el que seguir perdiendo papeles…

jueves, 11 de abril de 2013

Poemas desde el mismo lado del charco...

Siempre que busco palabras y latidos en pluma de otros, suelo recurrir a Benedetti y Neruda, que tanto me aprotan y que velan los sueños en la cabecera de mi cama, pero hoy, tal vez para variar, aunque sin moverme del mismo lado del charco, les dejo una palabras, frases, sentimientos de Julio Cortázar, que tanto me raya con su rayuela, pero tanto me apasiona con sus versos...

Una carta de amor



Todo lo que de vos quisiera

es tan poco en el fondo

porque en el fondo es todo,


como un perro que pasa, una colina,

esas cosas de nada, cotidianas,

espiga y cabellera y dos terrones,

el olor de tu cuerpo,

lo que decís de cualquier cosa,

conmigo o contra mía,


todo eso es tan poco,

yo lo quiero de vos porque te quiero.


Que mires más allá de mí,

que me ames con violenta prescindencia

del mañana, que el grito

de tu entrega se estrelle

en la cara de un jefe de oficina,


y que el placer que juntos inventamos

sea otro signo de la libertad.

lunes, 8 de abril de 2013

Caracoles con caparazón de tortuga

Mudanza, es una palabra que me parece muy útil, en ocasiones muy necesaria, e incluso a veces peligrosa. Por lo general la gente se cambia de casa, hay quien lo hace de ciudad, de calzoncillos o de piel, por mudarse, de vez en cuando se puede hacer hasta una mudanza emocional,  incluso hay quien se cambia de conciencia, así, de un día para otro.

Pero en este caso me voy a remitir al término más habitual del término, ese que significa montañas de cajas y bolsas, toneladas de celofán y sobrecargas musculares, así como compra de mulos de carga a cambio de un par de cervezas y un pintxos de tortilla.

Mas allá del ritual que supone el llevarse la vida de un lugar a otro, por más que no suponga sino unos cientos de metros dentro del mismo pueblo, uno termina por darse cuenta de lo complicado que resulta meter los complementos que la acompañan en un espacio reducido. Intentamos hacernos creer que no sucumbimos ante la sociedad de consumo por el simple hecho de que nuestra visa no se pase el día sacando humo, y a la hora de la verdad nos damos cuenta de que nos hemos convertido en caracoles con caparazón de tortuga de tanto de tanto acumular cosas que, en la mayoría de los casos, están totalmente de sobra.

Nunca me ha quedado claro si somos víctimas o culpables en esta sociedad de consumo desaforado, si nos lleva la corriente o si es que nadando a su favor estamos más cómodos, pero imagino que lo peor es el tener la sensación de que, aunque uno trate de nadar contracorriente, lo hará con traje de baño y gorrito de marca.

Tal vez, y sólo tal vez, si queremos ir dando la vuelta a la tortilla, sea hora de ir pensando en lanzarse al río en pelotas…

viernes, 5 de abril de 2013

No olvido ni perdón

Es un hecho que la mente suele tender a reprimir los recuerdos que le resultan dolorosos para que estos no nos amarguen el día a día y, del mismo modo, la memoria colectiva tiende a esconder en un cajón todos aquellos recuerdos que recuerden a la gente que es el poderoso el que causa el dolor, no vaya a ser que el pueblo se levante y les amargue su tan bien montada fiesta.

Dicen en Argentina, esas madres que luchan allá por la plaza de mayo, esos hijos, abuelos, hermanos, esa amiga Marta tan querida a la que le arrebataron un hermano las sucias manos de la dictadura, que ante las atrocidades cometidas por papá estado no debe existir ni olvido ni perdón, sino juicio y castigo.

Hoy hace un año, un jovencísimo Iñigo Cabacas disfrutaba y celebraba por las calles de Bilbao el resultado de un partido de fútbol, cuyos actores carecen ya de importancia, cuando los cuerpos de “seguridad”, ese brazo ejecutor del cumplimiento de las normas impuestas desde arriba, le arrebataron la vida de un certero disparo de una pelota de goma en la cabeza.

Hoy hace un año ya y poco ha cambiado, nos intentan convencer de que fue un accidente, nos intentan vender que no hay ni culpables ni responsables, nos intentan vender un olvido y un silencio que nos negamos a aceptar.

Y nos negamos a aceptarlo porque los culpables directos, quienes apretaron el gatillo, quienes dieron la orden, quienes desde su poltrona manejaban los hilos de la represión, siguen ordenando y disparando, siguen impunes y sin identificar (excepto el ilustrísimo señor de la guerra Rodolfo Ares) para que ningún dedo los señale, siguen disfrutando de sus vidas y sus sueños, aquella vida que le arrebataron a Iñigo, aquellos sueños que le arrebataron a sus familiares y amigos.

Y nos negamos a aceptarlo porque su responsable, que no es otro que este sistema voraz y represor ante toda aquella persona o actitud que no sea la de la sumisión total y absoluta a sus dictados, no va a conseguir que nos echemos atrás en nuestra lucha por la verdad y la justicia, pase lo que pase y pese a quien pese, porque a pesar de sus pelotas de goma, de sus porras y de sus balas de plomo, hace ya tiempo que somos conscientes de que podrán cortar todas las flores, pero jamás podrán detener la primavera.

Ni olvido ni perdón, juicio y castigo. Iñigo Cabacas, gogoan zaitugu!

martes, 2 de abril de 2013

Más triste, más bella

Volver a un lugar que ya has caminado, escuchado y saboreado, siempre tiene algo especial. Por mucho que uno intente probarlo desde cero y sacarle todo el jugo posible al nuevo momento, siempre queda la huella dejada en el pasado, una huella que marca y predispone, por mucho que cambie el que mira, los ojos de los acompañantes o los de uno propio.

De Oporto es difícil saber que es lo que se puede esperar, tiene su encanto en la decadencia, en esa especie de melancolía tan portuguesa, en esa mezcla de fado y fachada descuidada, en esa mezcla de vinos deluxe, puentes majestuosos y casas con las ventanas rotas.

Por curioso que parezca, si tuviera que poner dos adjetivos, esta vez vi a la ciudad más bella y más triste.

Más bella porque sigue manteniendo su encanto, e incluso el paso del tiempo le sienta bien, y limpia algunas de sus fachadas. Más bella porque la lluvia, que tanto afea al resto de las ciudades, hace que ella se confunda entre una increíble gama de grises, y que uno no sepa donde terminan las paredes llenas de años y polvo y donde comienzan las nubes.

Más triste porque se le va enfermando el alma, porque sus gentes duelen. Más triste porque mientras se limpian fachadas de casas para que el turista no deje rincón sin fotografiar, muchas personas no tiene casas, ni cámaras,  más triste porque a pesar de la necesidad de gritar sus paredes cada día están más mudas, más triste porque los de arriba quieren que la luz de su ribera ciegue la oscuridad de las colas de gente que acude a buscar comida en las calles de la periferia.

Más triste, más bella, pero siempre única.