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jueves, 24 de octubre de 2013

Días de desconexión...


martes, 22 de octubre de 2013

El silencio de los cascabeles

Los años pasan y, por mucho que el cuerpo casi se eche a temblar con el mero hecho de pensar en ese terrible líquido infernal llamado zurrakapote, debo reconocer que la piel se eriza en esos días previos a San Faustos cuando saco del armario abarkas, camisas, pañuelos y cascabeles.

Son unos días en los que intentar olvidar que tu hígado ya no depura como un veinteañero, en los que bailar canciones que harían vomitar al mismísimo Leonardo Dantés y en los que llegar a casa a la hora de que suene el despertador, pero, sobre todo, son días para disfrutar de la gente con la que te sientes a gusto.


Ahora, dos días después del cese del eterno tintineo de los cascabeles, no hay dolor de pies que tire abajo la sonrisa al recordar todos los reencuentros, todos los brindis, las risas, los besos, los abrazos, las canciones, las payasadas. Ahora, dos días después, sólo puedo desear que, dentro de un año, los cascabeles sigan acompañando nuestras eternas noches en Basauri....

miércoles, 16 de octubre de 2013

Así soy yo, sin accesorios

Siempre me ha parecido un gran despropósito, aunque en ocasiones hasta yo haya caído en ello, el presentarse empezando por el trabajo que uno desempeña, hola, mi nombre es Pepito y soy panadero, menuda desfachatez.

Desde que tengo conocimiento he pensado en el trabajo (en genérico, no sólo en el remunerado) como algo necesario para la supervivencia, y en algunas facetas, incluso para el desarrollo personal, pero de ahí a poder afirmar que tu labor profesional define no sólo qué sino quién eres existe un gran abismo.

Dentro de dos semanas, tal vez, se cumplan 6 años desde que entré a trabajar en mi empresa. Hago lo que hago porque es mi elección, son las capacidades profesionales que he decidido desarrollar y con las que entiendo que aporto un beneficio a la empresa que corresponda dentro del círculo vicioso del capitalismo sin la necesidad de oprimir ni exprimir a nadie sino, dentro de lo que cabe, velando por la gente. Más allá de ello, lo hago para comer, punto. No me une a mi empresa ningún vínculo más allá del afecto que pueda tener a algún que otro compañero, no les debo nada, no comparto sus valores ni su modelo de negocio ni mucho menos de sociedad, y no tengo ni el más mínimo orgullo de pertenencia a la compañía, del mismo modo que la compañía no se siente orgullosa de mí, ni comparte mis valores o convicciones, es tan sólo una transacción comercial, sin amor.


Hola, soy Txino, y no, no soy técnico en prevención de riesgos de la compañía X, soy una persona a la que le encanta mirar la vida con ojos de niño, emocionarse, vibrar, soy un soñador de ojos abiertos, un viajero de la vida, amigo de mis amigos y una persona a la que se le caen los latidos por el camino cuando piensa en la sonrisa que le acompaña todas las noches en la cama, y, a partir de aquí, lo demás, lo demás son accesorios…

jueves, 10 de octubre de 2013

Tuenti faif zousan

Es una exageración, o al menos a mí me lo parece, vale que este pequeño gran cajón desastre está en su séptimo año de oscuridades, locuras y sonrisas, vale que por momentos ha tenido una actividad frenética aunque en los últimos meses tenga que sacar las palabras con desatascador, y vale que tengo la suerte de conocer mucha gente repartida por este tan cansado mundo, pero aún así, no deja de parecerme una pasada.

25000 visitas desde que puse el contador a este mi pequeño rinconcito, 6 años y 10 meses, 943 historias, viñetas, canciones, poemas y payasadas varias… he de reconocer que a veces me cuesta un poco entender hacia dónde va esto o de donde viene, sólo se que cada vez que me ronda la cabeza colgar la pluma (más bien el teclado), la idea se esfuma con la misma rapidez con la que ha llegado.


Pues nada, txinistas del mundo, leedores empedernidos, compañeras en las sonrisas, los llantos y los sueños, sólo puedo decir una cosa, 25000 gracias, este rincón es tan grande o pequeño como vosotros lo queráis hacer, y cada vez que alguien lo ojea, creedme que se vuelve enorme. 

martes, 8 de octubre de 2013

Desintoxicador

Siempre he pensado que disfrutar la vida, o al menos sobrellevarla de la mejor manera posible, es una cuestión de actitud.

Actitud, con c, nunca he pensado que exista gente que posea el gen de la tristeza o de la alegría, sino que más bien siempre he pensado que la forma en la que te planteas llevar el camino es la que delimita cuanto disfrutes de lo que te ofrezca.

En alguna ocasión, en conversaciones con amigos, se ha recurrido a la expresión “gente tóxica”, esas personas que todo lo que les pasa es terrible, que todo lo sufren, que nada puede ir peor y que, supuestamente, extienden su pesimismo vital por el mundo cual peste negra.

Ante este tipo de actitudes vitales yo siempre he pensado que lo mejor es convertirse en “desintoxicador” de malas vibraciones. Es cierto que todas las personas tenemos nuestros días malos, nuestras mañanas grises, nuestras noches oscuras y que más habitualmente de lo que nos gustaría deseamos que paren el mundo para bajarnos, pero algo está claro, una mala cara nunca genera una sonrisa.


Y por eso, y porque me lo pide el cuerpo, a pesar de tener mil y un días grises, siempre intento vestirme empezando por la sonrisa, arrancar la mañana compartiendo con mi gente alguna buena canción, reírme del mundo empezando por mí mismo y disfrutar de los momentos que paso con otras personas, porque, al fin y al cabo, la vida son dos días, y lo último que quiero, es amargárselos a nadie.

jueves, 3 de octubre de 2013

De payasos y klinex

Por norma general, por no decir casi siempre, me considero una persona animada, sonriente, buenrollista y, no sabría si decir feliz de la vida, o simplemente bastante payaso.

Si hay algo que me baja notablemente el nivel de mi buen humor, eso es sin lugar a dudas estar enfermo. Siempre se dice que uno no aprecia la salud hasta que le falla, y basta con un par de jornadas de frenadol para darse cuenta de lo cierta que es esta afirmación.

Y es que, por mucho empeño que uno ponga en hacer de su día a día un presente futuriblemente memorable, complicada es esa tarea cuando toses tan fuerte que poco te falta para golpear con la cabeza el teclado mientras tratas de escribir este pequeño post.


Y así, en esa relación de odio mutuo entre mis virases y yo (imagino mutuo porque mucho no es que parezcan quererme) están pasando estos días, realizando en un abrir y cerrar de ojos la transición de la cañita en la terraza al chocolate caliente en el sofá, y convirtiendo al ibuprofeno en el mejor amigo del payaso…