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miércoles, 29 de agosto de 2012

Estrés post...

Aceptémoslo, con el final de agosto los días comienzan a hacerse más cortos, la tónica general es que prácticamente todo el mundo esté trabajando (todo el mundo trabajando en este país, que cachondo soy a veces) y la percepción general sea la de que no volveremos a ver unas patatas con alioli en una terraza por lo menos en 10 meses.

Dicen en la televisión que es la vuelta de esos maravillosos días en la costa brava lo que genera estrés postvacacional, ansiedad, insomnio... tonterías. Entiéndanme, yo también observo con penita el final del verano, también echaré de menos la manga corta y las excursiones de fin de semana, pero de ahí a que eso esté provocado por la vuelta de las vacaciones hay un trecho.

Yo, como ya sabréis, tengo la mala costumbre de coger vacaciones en los meses más raros, ya sea junio, diciembre, octubre... bueno, cuando se pueda viajar sin tener que hipotecarse y la jefa o el convenio lo permitan, y cuando vuelvo de mis viajes sólo suele haber una cosa que siento de manera invariable: satisfacción.

Y es que se empeñan en hacer creer a la marabunta torreviejil que hay que sentir mucha, muchísima pena por tener que volver a trabajar, porque estar gastando dinero a espuertas como si no hubiera mañana en las terracitas y el minigolf es lo más maravilloso que le puede a uno ocurrir. Y es que si no fueran tan maravillosas las vacaciones y gastar lo poco ahorrado durante el año... ¿¿¿que sentido tendría trabajar como mulas 40 horas a la semana para que cuatro sinvergüenzas se hagan millonarios???

Así que como somos idiotas nos lo cremos, y nos deprimimos, y el año que viene nos volvemos a deprimir, y de repente un día por cuestiones del azar cogemos vacaciones en marzo, y al volver nos damos cuenta de que mientras el resto están con cara de perro en el curro nosotros tenemos una sonrisa de oreja a oreja, y que lo que nos estresa, en el fondo, no es más que el otoño y, lo demás, son tonterías...

lunes, 27 de agosto de 2012

Darse cuenta una vez más

Muchas veces el secreto para poder alejarse de lo cotidiano y disfrutar es aprender a disfrutar propiamente de lo cotidiano. Es darse cuenta una vez más de que sólo hace falta darse un respiro y alejarse de los pequeños problemas y dedicar un par de días a disfrutar y vivir todo aquello que el trabajo y las tonterías de la vida diaria no te permiten al cien por cien.

Es darse cuenta una vez más de que lo que hace que sea realmente fácil sobrellevar ese día a día es el poder compartirlo con unos ojos, con unas manos, con una sonrisa.

Es darse cuenta una vez más de lo afortunado que puedes llegar a sentirte pudiendo disfrutarte sin límites, sin prisas, sin pausas.

Es darse cuenta, una vez más, de que no es necesario fijarse nuevas utopías cuando uno ya está viviendo en su sueño, sino que lo único necesario es poder seguir caminándolo sabiendo que, si en algún momento resbalo, será tu mano la que me sostenga...

miércoles, 22 de agosto de 2012

Y dale a la tecla...

Pues si, soy un fanático de la tecla y la pluma, que le voy a hacer, mira que intento pararme a mí mismo los pies, pero es que es serenarme un segundo y aparecer más y más ideas en mi cabeza, y así, la verdad, no se puede.

Y es que llevaba ya mucho tiempo dándole vueltas a una idea, pero vistas experiencias pasadas, se que daba en eso, en idea, aunque, una vez más, y sabiendo que lo que no se intenta no se consigue, he decidido ponerme manos a la obra e intentar tener otro pequeño rinconcito más en el que dejar mis historias.

Son muchos los caminos, tantos como viajes, que por ser historias de otro cariz no dejan aquí más que las huellas que han quedado en mí, y ya era hora de que eso cambiara, así que señoras y señores, hoy, asistimos al nacimiento de mi blog de viajes: El Txoko de Gulliver.
Un lugar donde dejar los detalles de viajes, de salidas, de excursiones, de visitas, para que quien tenga inquietudes por conocer esos lugares pueda tener una visión más sobre los mismos, un lugar que, espero, haga las delicias de vuestras ansias viajeras, que arranque, pues, el viaje...

eltxokodegulliver.blogspot.com

martes, 21 de agosto de 2012

Resacas viejunas

¿Cuando te haces viejo? Es una de esas preguntas que nunca han tenido fácil respuesta, imagino que en gran parte porque siempre queda esa diferencia entre la vejez biológica y la vejez en el estado de ánimo y la forma de ser.

Sobre la primera no me quedan dudas, cuando sales un sábado a darte un fiestón y el martes tu hígado sigue dándote patadas es definitivo, tu juventud se ha evaporado cual gota de agua en el desierto de Atacama, así que más vale que lo asumas, no es difícil, solo hay que repetirse, Txino, ya no tienes 20 años... bueno, ya ni 30... xD

La segunda ya es un tema más peliagudo, yo siempre he sostenido que hay viejunos de 20 años y adolescentes de 50, aunque, en el fondo, creo que no es una cuestión relacionada con la edad mental o anímica, sino que tiene que ver con la actitud que se tiene hacia la vida. Y es que, dependiendo de cómo se entienda la vida, se tiene una u otra actitud vital.

Yo observo la vida como un camino finito, no me preocupa lo que pueda venir después del final porque no creo que haya nada, cada paso hay que disfrutarlo y cada bocado hay que saborearlo, son únicos, no vale la pena desperdiciarlos en hacerse personas de provecho, sino que hay que aprovecharse del hecho de ser personas. Luego cada cual que lo aplique como quiera, yo me dejo seducir por la locura y la estupidez y no renuncio a mirar con ojos de niño cada uno de los pasos que doy, y solo deseo que cuando termine mi camino si echo la mirada atrás las lágrimas que broten sean de nostalgia por los bellos momentos vividos, no provocadas por el anhelo de lo que pude y no quise vivir.

viernes, 17 de agosto de 2012

Ongi etorri

Y es que, por mucho que uno se empeñe en no hacerle demasiado caso, al final es imposible no dejarse llevar aunque sea un poquito por la locura en estos días...


jueves, 16 de agosto de 2012

Verano sin palabras

Es cierto que normalmente, con esto del buen tiempo, y pensar en que emplear las horas de libertad que quedan después de trabajar, cuesta más arrancar unos minutos al día para dejar algo de mí en este rincón, pero hay que reconocer que este año, el descenso de palabras roza el pasotismo.

Imagino que mucho tiene que ver con el hecho de haber cruzado charcos hace ya dos meses y de la ausencia de largos viajes y caminos en el horizonte, este año no hay largas esperas ni similares por las que quejarse, y el verano se esfuma entre suspiros sin la angustia que provoca el llevar meses preparando escapadas que parecen no llegar nunca.

Pero no se preocupen, llegarán más veranos, y llegarán más caminos, y más charcos, y más historias que plasmar, y este rincón se volverá a llenar de disparates y utopías, eso sí, mientras tanto, disfruten de sus vacaciones, que merecidas son…

viernes, 10 de agosto de 2012

Güikend

Hay que reconocer que en estos días que azota la caló y no abren ni las tiendas de los chinos, más que ponerse a escribir, lo que apece es ponerse a hacer aboslutamente nada, dejar que la brisa te acaricie dedicarse a vivir...

martes, 7 de agosto de 2012

Comerse la vida a bocados

Beberse la vida a sorbos, devorar el camino a cucharadas, comerse la vida a bocados, a veces más grandes y en ocasiones minúsculos, pero siempre sin dejar nada en el plato. Con el paso del tiempo, echando la vista un poco hacia atrás, me voy dando cuenta de que gran parte de esa cuasiperenne ansiedad vital que me acompañaba a lo largo de cualquier camino que tomara se debía a la impaciencia por tomarme la vida entera de un solo trago.

Era esa sensación de vivir a quemarropa y nunca sentirse totalmente saciado la que, caída a caída y decepción a decepción hacía ver el horizonte como algo cada vez más inalcanzable. Con el paso de muchos horizontes con sus numerosos caminos, al final me he dado cuenta de que lo bello del horizonte es su propia lejanía, el hecho de que cada paso que se avanza es un paso que él avanza contigo y un nuevo bocado que se le pega al caminar por la vida.

El tiempo, al final, me ha enseñado que lo importante no es llegar pronto, ni llegar, rápido, sino llegar lejos disfrutando del camino no como si no hubiera otro, sino simplemente porque no hay otro.

Y en esas andamos, en seguir degustando cada bocado, cada sorbo, cada bocanada de aire, y seguir descubriendo los miles de horizontes que el mundo me ofrece, y los mil que se esconden detrás de tu utópica sonrisa.