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lunes, 30 de agosto de 2010

No hay tregua

Que no se puede ni se debe vivir en una indefinición lo sé muy bien, yo que parece que me he dedicado a correr como un pollo sin cabeza siempre a la caza del tan ansiado equilibrio mental, corporal y sentimental.

Imagino que por eso, ahora que por fin me había hallado a mí mismo, y que me estaba empezando a sentir muy cómodo con las nuevas formas que había encontrado de vivir y soñar las pocas vidas de gato que me quedan, mi cuerpo no me da ninguna tregua si intento saltarme ni mínimamente el guión que le había escrito. Así que se enfada, y mucho, y me dice que las noches ya no son para amanecerlas con un vaso en la mano y los pies destrozados de tanto bailar. Se enfada, y me dice que ya no tengo la voz para aullar a la luna, me dice que son las estrellas las que me deben dar a mi las buenas noches, y no al revés.

Y el problema, al final, es que yo también me enfado, porque aún quedan noches que quemar, lunas que soñar, estrellas que despedir y amaneceres en los que brindar.

Así que, reñidos, picados, y sin darnos tregua el uno al otro, tendremos que seguir en busca de ese fatídico equilibrio entre lo que se quiere, y lo que se puede…

miércoles, 25 de agosto de 2010

Vivir cada día como si fuera el primero

El caso es que, por muy dura que sea la vuelta a la irreal realidad, cuando unx se encuentra bien es difícil mirar alrededor y poner una mala cara, o mirar al cielo y negarle una sonrisa a la vida.

En estos días de sosiego y reflexión, de disfrute de pequeños retazos de libertad, el carpe diem toma tonalidades peculiares, y pasa de su significado primitivo a uno más profundo y evolucionado. Decimos, quienes así lo sentimos, que hay que vivir cada día como si fuera el último, convirtiendo la vida en una aterradora autopista de seguro y trágico final en la que lo único importante es cuantos kilómetros has recorrido. Pero en esta forma de ver la vida, como en todo, hay un pequeño margen para el error, ya que nunca decimos el cómo vivir los kilómetros que se recorren.

Por eso, mi cabeza y yo, que para estas cosas somos de traca, hemos decidido que cada día hay que vivirlo como el último si, pero también como si fuera el primero, con inocencia, con ansias de descubrir, con un horizonte inmenso por delante y sin lastres que opongan resistencia a nuestro caminar. Tal vez así, soñando como el primer día y viviendo como el último, el caminar se haga menos pesado…

lunes, 23 de agosto de 2010

Un largo paréntesis

Todo lo bueno se acaba, bueno, tal vez no todo, pero por norma general los periodos de ocio y asueto suelen tener una duración determinada y, en líneas generales, bastante más corta de lo que nos gustaría.

Y tras un buen periodo, un gran viaje, unos días de relax y un desafortunado final gracias a mis destrozadas amígdalas, llega el paréntesis que separa este tiempo de kilómetros maletas y sueños del siguiente. En este caso, una vez más, y además conscientemente, el paréntesis será grande, enorme, eterno.

Y será enorme porque enormes son los planes que rondan mi cabeza, con una idea semidesarrollada (hasta hoy habría dicho incluso que ya definitiva) que en cuanto he comenzado a darle vueltas ha comenzado a tomar nuevos y más increíbles colores. Los grandes soñadores necesitamos de grandes metas, de grandes ilusiones que mitiguen el vagar del día a día y que nos permitan llegar a metas inimaginables y soñar utopías cada vez mayores.

Esta vez, un paréntesis de unos 15 meses me separa de nuevo del lado bonito y dulce del charco, me separa de pasos fronterizos a través de los andes, de respirar nuevas ciudades en las que maldecir viejos dictadores, de vivir las letras y palabras donde cobraron vida en manos de los más grandes poetas, de recorrer miles de kilómetros atravesando países, desiertos, salares, géiseres, tramos de calzada a más de 4000 metros de altitud y quien sabe cuantas interesantes aventuras más, un paréntesis de 15 meses que me separan de personas increíbles, de mates compartidos, del tango, de la ciudades ya descubiertas y de las que quedan por descubrir.

Un largo, largo paréntesis, que comienza en 3, 2, 1…ya!

martes, 17 de agosto de 2010

Totum revolutum

Se me antoja curiosa la forma en la que, en cuanto unx desconecta del pavoroso mundo en el que vive, de repente todo comienza a girar y a tomar formas desconocidas e inesperadas. En un momento se pasa del agobio del presente por el futuro incierto reviviendo pasados que se cree siempre fueron mejores, a mezclar todos los ingredientes en un mismo bol y esperar que lo que salga tenga un mínimo de sentido común.

Y no, no es así, cuando unx se olvida de sus problemas cotidianos mira al mundo de otra forma, sin presiones, angustias ni recuerdos que encubran nuestras incertidumbres. Más bien todo lo contrario, uno se dedica a soñar pasados, recordar posibles futuros pero, sobre todo, a vivir presentes, cosa que siempre ha sido, es, y será, la clave para que, cuando le paguemos al barquero con las dos fatídicas monedas, no sea necesario mirar atrás para saber que nuestro viaje valió la pena.


jueves, 12 de agosto de 2010

Sabor a verano

Que el verano nos llena de sabores, aromas y sensaciones especiales no es ningún nuevo descubrimiento para nadie. Es simplemente una época en la que todo parece tener un brillo especial y el buen ambiente fluye sin necesidad de forzarlo.

El verano de cada cual sabe diferente, cada cual le da su toque particular y trata de que ninguno sepa como otro anterior para que así sea irrepetible.

Siendo sincero, este año me ha costado mucho cogerle el ritmo al verano, y tal vez por eso todo ha llegado de golpe y con sabores más intensos y dulces que nunca. Este verano sabe a viajes, sabe a lagos, bosques, a mate para pasar las horas. Este verano sabe a carne de reno, a frambuesas, bayas, arándanos, a café recién hecho, a largas charlas, debates y discusiones con un gran amigo. Este verano sabe a largas noches del norte, a secretos del este, a baile, whisky y tequila. Este verano sabe a playa, a monte, a mermelada, a sonrisas en la vuelta a casa.

Pero sobre todo, este verano me sabe a ausencia, a dulce distancia...

miércoles, 4 de agosto de 2010

Tratamiento...

... antiestrés! Levantarse con los rayos de sol iluminando tu rostro, tomar un buen desayuno, caminar sin rumbo ni prisa, tomarse un café con la compañía de un buen libro, volver a caminar, quedar con un buen amigo, visitar un museo, bucear en las historias que a los perdedores de las batallas nunca les han dejado contar, tomar algo, más museos, más camino, más historias, dejar caer tu cuerpo en la hierba junto al lago, nadar en el dejando que el agua helada despierte hasta el último de tus poros, preparar una agradable cena, tomar unas cervezas mientras suave música acaricia tus oídos....

Esto, me temo, lo cura todo...