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jueves, 24 de enero de 2013

Todo un anciano

Normalmente, uno se da cuenta de cómo pasa el tiempo en ocasiones de esas que reconocemos como nostálgicas, mirando unas fotos de una excursión del colegio, al encontrarse con un antiguo compañero de universidad al que hace un porrón de años que no ves, cuando ponen el equipo A en algún canal de la tele o al ver una reposición del sketch de la empanadilla de Martes y Trece en navidades.

Por eso no puede dejar de sorprenderme que hoy sea este rinconcito el que me diga, ¡che pelotudo, mirá como pasa el tiempo! Es cierto que uno empieza a escribir y, si se mantiene constante, va viendo como pasa el primer mes, las primeras 25 entradas, que si 1000 visitas, que si hay que celebrar un aniversario… pero al final, cuando se entra en la dinámica de ir dejando retazos de pensamientos con mayor o menor asiduidad, uno termina perdiendo la cuenta de cómo comenzó la cosa y de hacia donde se dirige.

Hoy, exactamente hoy, este pequeño refugio de soñadores y lectores con ojos de niño, cumple la nada desdeñable edad de 6 añitos, y, si soy sincero, me parece una auténtica barbaridad. Porque en esto de empezar a escribir y dejar cosas a medias o ver como mueren por inanición uno ya se ha vuelto un experto, y sabe que 6 años para un blog supone entrar en la vejez, y más teniendo en cuenta que a este nadie le pide nada, quien lo lee acepta lo que mi cabeza y mis dedos le echan sin mayores exigencias y lo mismo tiene semanas de locura creativa que se viene conmigo a unas merecidas vacaciones.

Tal vez por eso, porque no me pide nada pero me suele dar mucho, espero que sigan cayendo entradas y años sobre él, porque eso significará que sigo teniendo historias, locuras y sueños que compartir, y lo que es más importante, que tengo con quien compartirlos.

Que cumplamos muchos más!

lunes, 21 de enero de 2013

Cuestión de ego

Me decía el otro día un amigo, que acaba de abrir un blog y todos los días mira las estadísticas de visitas y el número de retuiteos y esas cosas, que si hace este tipo de cosas es porque él escribe por ego.

Debe ser que yo soy de mente cerrada, o que no me preocupa cuanta gente escuche lo que digo sino que el mero hecho de que alguien lo escuche ya me produce satisfacción, pero por muchas vueltas que le doy no termino de comprenderlo.

El ego se define, entre otras formas, como la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad, o, por decirlo en mis propias palabras, el ego es la forma en la que te reconoces a ti mismo con respecto a tu entorno. Entiendo por lo tanto que quien quiere potenciar su ego, esencialmente pierde su tiempo en tratar de mejorar su posición dentro de su entorno, siendo esa propia mejora el motor de la mejoría, y esto es, permítanme el placer de decirlo, una soberana estupidez.

Las personas, por norma general, tenemos una tendencia extrema a necesitar del reconocimiento de los demás para sentirnos satisfechos, pero cuando la necesidad de ese reconocimiento implica la realización de un acto con el fin exclusivo del reconocimiento en sí mismo, el acto en sí pierde todo su sentido.

Tal vez sea por filosofía de vida y porque mi ateísmo implica resolver que el día que termine el camino no hay nuevas oportunidades, y que por lo tanto todo aquello que hago intento que sea porque me ayuda a cargar la maleta de las experiencias y no para salir en la foto de las experiencias envidiadas por el resto, pero cuando hago algo lo hago sin buscar nada que no sea mi propio crecimiento personal, sin importar (o al menos sin que sea lo único importante) lo que los demás piensen sobre ello.

Nunca me he planteado cocinar para que me digan lo bien que cocino, nunca he viajado para que el resto envidie mis viajes, no escribo para que me lean ni miles ni millones y nunca he dado un beso para que se vea lo feliz que soy, entre otras cosas.

Cuando dedico tiempo a un plato lo hago para gozo y disfrute de mis papilas gustativas, para conseguir disfrutar de aromas y sabores cada vez más delicados. Cuando viajo sólo deseo disfrutar de cada paso e ilusionarme en cada nuevo paisaje, sólo quiero llenarme de mis propias historias y recuerdos para cuando los días grises intenten nublar mis ojos, tener un lugar al que evadirme. Cuando escribo intento transmitir mis realidades, intento contar mis pequeñas historias, indicar en que piedras tropiezo y en que trincheras me refugio, sin más pretensiones que las de que alguien, si así lo desea, las lea. Y cuando beso lo hago porque así me lo pide una tormenta de latidos en mi interior, porque es mi forma de mostrar lo que siento hacia la persona que quiero y deseo, y ese momento es único y aunque sea de imagen pública siempre es de sentimiento privado y profundo.

Tal vez por eso, o tal vez porque malentiendo el sentido del ego, pero para mí el llenarme de experiencias increíbles es lo que me hace reconocer mi posición dentro de mi entorno, ni mejor ni peor, simplemente diferente, y con eso me basta y me sobra...

miércoles, 16 de enero de 2013

Manetener los ojos de niño

Hoy, en mi habitual búsqueda de una canción con la que saludar al día, me he topado con esta pequeña maravilla que me enamoró la primera vez que la escuché, y que nos recuerda que nunca debemos dejar de mirar al mundo y a la vida con ojos de niño, no vaya a ser que un día venga Peter Pan y vea que nos hemos convertido en un capitán garfio cualquiera...


lunes, 14 de enero de 2013

Rutinas

Lunes, san lunes, día odiado y odioso, posiblemente más si cabe en esta época de nubes negras, termómetros que ponen la nariz roja y charcos a prueba de goretex. Lo cierto es que si no podemos ver ni en pintura este día de la semana es porque, inevitablemente, dice la gente, nos supone una vuelta a la rutina.

Es comprensible, y normal, que el tener que soportar el terrible sonido del despertador a esas horas en las que las calles no están puestas y pasar frío en la ducha para salir corriendo a que un bus y un metro repletos de caras dormidas te lleven al trabajo no sea lo que más te apetezca en el mundo, pero permítanme que, en eso de la vuelta a la rutina, se me escape la risa floja.

Y es que en este cúmulo de despropósitos lingüísticos en el que estamos inmersos, la palabra rutina es sin lugar a dudas una de las que ha salido pero paradas. Porque parece ser que rutina supone venir a la oficina, comer rápido, volver a la oficina, salir, ir al polideportivo, pasear a la perra, cenar, dormir y volver a empezar, y no seré yo quien diga que no lo sea. Pero no es menos cierto que la misma rutina, si no más, es llegar el viernes, tirarte en el sofá, cenar, ver la tele, dormir, despertarte, comer, sofá, tele, comer, sofá, tele, cenar, sofá, tele… no señoras y señores, eso no es rutina, eso es disfrutar del fin de semana, vivir peligrosamente ante tanta incertidumbre diría yo.

Y es que, si de rutinas hablamos, las de fin de semana son posiblemente las que menos innovación aporten, siempre lo mismo, y sin preocuparnos oiga. Así que, el próximo lunes, cuando lleguen a la oficina maldiciendo en hebreo con el paraguas roto y tras pisar un charco, cáguense en el trabajo, en el mal tiempo, en el madrugón o en el metro, pero dejen tranquila a la rutina, que ella no tiene ninguna culpa…

miércoles, 9 de enero de 2013

No por mucho madrugar...

Amanece más temprano. Un refrán al que no tengo absolutamente nada que objetar. Yo precisamente soy una persona muy cagaprisas, no con que lleguen los momentos pero si en sus planificaciones.

Y a veces pasa que uno tiene la impresión de que da tantas vueltas a ciertos asuntos que cuando llega el momento de vivirlos es una mezcla entre la explosión de sensaciones que provoca la llegada del esperado acontecimiento, y una especie de deja vú, de tener la sensación de haberlo vivido de tanto y tanto planificarlo.

Cualquiera que me conozca o que me lea un poquito sabe que si hay algo que me pierde, además de mi gente a la que adoro desde a quien veo una vez al año hasta quien comparte mis latidos y pensamientos, eso es viajar, conocer mundo, sumar imágenes y vivencias a mi mochila para que cuando termine el viaje el álbum de fotos de mi vida vaya bien cargado.

Pues la cuestión es que desde el 2010 no paro de darle vueltas a un viaje, a un país, de esos con mil destinos en los que perderse. Un lugar que hace dos años no pudo ser, y que el año pasado tampoco, que seguro que este no puede y que el que viene nunca se sabe. Llevo tanto tiempo dándole vueltas a ese destino (que tal vez nunca lo vea, en esta vida nunca se sabe) que cada vez que pienso en él me salen mil y una rutas diferentes, un día amo su norte, otro deseo su sur y otro perderme en caminos y vías y atravesarlo por su centro. Es la viva visión de que no por mucho madrugar, como ya he dicho, amanece más temprano, de que no por mucho pensar en algo, no por mucho desearlo, ese algo está más cercano.

Lo que si he aprendido, con el paso de los años, es que siendo paciente todo llega y que, a quien no madruga, el amanecer le suele pillar totalmente dormido…

lunes, 7 de enero de 2013

Des-propósitos de año nuevo...

Pues nada, que ha llegado el momento, mirad que he intentado postergarlo pero al final no he podido más, ha llegado la temible hora de los propósitos de año nuevo.
Si soy sincero tampoco es que me desagrade pararme un poco a reflexionar sobre qué cosas quiero mejorar de mí mismo, sobre que proyectos tengo colgando y hay que retomar o sobre hacia que nuevos horizontes dirigir mi camino. Por poner un pero, se podría decir que este año viene con más de lo mismo”, un pero, para mi gloria, maravilloso.

Y es que uno se da cuenta que pase el tiempo que pase siempre va necesitando superarse, borrar lo pasado y renovarse en todo lo posible para poder mirar con ilusión al futuro, pero la cosa se complica cuando uno se da cuenta de que no hay que cambiar mucho para seguir ilusionado, porque uno empieza a preguntarse si es que se ha vuelto un conformista, o si es que le invade la desgana.

En mi caso, gracias a diox, ni lo uno ni lo otro. Si que es cierto que no tengo grandes propósitos para este año, o tal vez sí. En lo cotidiano nada del otro mundo, hacer desaparecer algún kilo y a ser posible volver a gastar tinta y papel, volver a contar historias. En cuanto al camino no se abren nuevos paisajes aunque sí nuevos vistazos a lugares, aromas y sonidos que ya me han maravillado con anterioridad, este año no toca tachar nada de esa lista de cosas por hacer en la vida, ni falta que hace.

En general, seguir disfrutando, con todo lo que ello implica. Porque lo grande, lo enorme de mis proyectos este año, es seguir disfrutando, seguir disfrutándote. Es seguir manteniendo caliente esta pequeña trinchera que nos hemos construido, este nuestro cálido refugio. Es seguir emocionándome y emocionándote, es seguir consiguiendo que todos los días asome tu sonrisa y seguir sintiendo que con cada uno de tus besos se me eriza hasta el alma. Es seguir construyendo el nosotros con nuestros latidos y nuestras tiritas, es seguir pintando corazones rojos con tu nombre en las grises paredes que nos regala el mundo.

Así que arrancamos, con proyectos tan simples, o tan complicados, o simplemente tratando de que el año que comenzamos no nos traiga un cúmulo de despropósitos…

viernes, 4 de enero de 2013

Ójala fueran los padres...

Ojala fueran los padres, pero me temo que, a no ser que te llames Felipe y estés casado con una expresentadora de telediarios, va a ser que no. En este bendito país podemos disfrutar de uno de esos sinsentidos heredados de tiempos inmemorables, nuestra adorada monarquía.

Ya no voy a entrar a valorar si nuestro campechano asesino de elefantes es válido para ser jefe de estado, ya que comparado con nuestro pseudodemocráticamente elegido don Mariano hasta Cañita Brava parece Kennedy. Tampoco voy a entrar en si una persona cuyo yerno es imputado por apropiarse de fondos públicos apoyándose en el cargo institucional de su señor suegro debería seguir en su cargo. Ni tan siquiera voy a valorar el hecho de fuera nombrado por y para suceder a ese dictador que escribió las páginas más oscuras de nuestra historia reciente.

Lo que a mi me preocupa especialmente es el hecho de que se mantenga una institución como la monarquía en sí. Me parece tan sumamente increíble que en pleno siglo XXI pueda seguir existiendo el concepto de que debe gobernarnos alguien por ser heredero de un similar tocado en su momento por la gracia de Dios, que a veces me planteo si Darwin no se habría fumado un par de canutos al colocarnos en lo más alto de la escala evolutiva.

Así que, este fin de semana, si cae algún regalo, por favor, que sea de mis padres…

miércoles, 2 de enero de 2013

Contradicciones...

Siempre me ha resultado curioso, al comenzar el año, lo contradictorios que pueden llegar a resultar nuestros deseos. Es sonar la última campanada y poner la cabeza en ebullición con miles de nuevos propósitos que lanzar a la papelera en muchos casos sin haber ni tan siquiera intentado acercarnos a ellos.


Como persona, o más bien, como persona del primer mundo, yo también hago mis cálculos sobre cuántos kilos son los que debo dejar por el camino para verme más divino de lo que ya soy o cuántos miles de euros deben tocarme en el euromillones para comprar una cabaña en el caribe y dedicarme a una contemplativa vida de sol, mar y piñas coladas. No es cuestión de ser humanos, simplemente cualquier ser vivo sobre la faz de la tierra desea que su vida, a ser posible, discurra de la manera más plácida que pueda concebir.


El problema viene dado en que las personas terminamos por no tener muy claro a qué se le puede denominar placidez vital, y solemos confundir la opulencia con la necesidad más habitualmente de lo que creemos. De ahí el hecho de que en estas fechas se de un cúmulo de enormes contradicciones, de ahí que mientras medio mundo pida tener algo que llevarse a la boca el otro medio esté pidiendo no comer tanto para perder una par de tallas de pantalón, o el hecho de que mientras millones de personas se mueran por tener un trabajo digno quienes lo tenemos sólo pensemos en cómo librarnos de él y así poder dedicarnos a no hacer absolutamente nada.


Por todo esto, creo que es importante un momento de reflexión personal, en ningún caso para que nos sintamos culpables por desear una vida aún mejor o tener anhelos de superación, sino para tener claro, al menos en mi caso, que lo más importante no es que se cumpla mi deseo de perder algún kilito de cintura y ganarlo de cartera, sino que lo que realmente importa es que toda la gente que lo pasa mal, también pueda comenzar a tener deseos, en vez de auténticas necesidades…