Hay días en los que uno tiene la sensación que, por muy bien
que vayan las cosas, es como si todo se condensara impidiendo que las cosas
fluyan en tu cabeza, montando un atasco mental que te deja en punto muerto a
pesar de que tu quieras ir a 2 mil por hora.
Es un poco como los virus del señor Burns, que se atascan y
hacen que no enferme, pero al revés, las buenas sensaciones y vivencias se
agolpan y montan tal tapón mental que es difícil que las teclas escupan más de
tres palabras sin entrar en la incoherencia o sin caer en el más absoluto de
los sopores.
Siguiendo con la tónica habitual podría echarle la culpa de
todo a la falta de sol, a la primavera que no llega, o a la crisis y la troika
si hace falta, quedándome como estoy, atascado, nublado y sin primavera, o, tal
vez, aunque sea por variar, lo mejor sea el soltar unas líneas en mi rinconcito,
dejando así una ventana abierta para que todo, lenta pero animosamente,
comience a fluir…