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lunes, 29 de septiembre de 2014

Sin perder detalle

Quitarse las gafas, un acto que sólo realizo cuando me ducho, cuando voy a nadar o antes de dormir, aunque a veces Morfeo hace que termine con mi cabeza entre las páginas de cualquier libro sin desprenderme de mis binóculos.

Siempre me pareció curioso que todo comenzase a verse con mucha más claridad en mi vida poco después de que me pusieran gafas. Habrá quien piense que son artefactos del diablo y que donde estén unas lentillas no hay color, pero hace 5 años me tocó aceptar a mis nuevas compañeras y, habida cuenta de que iba a ser para siempre, no dudé en adaptarme a ellas.


En los ojos, y en la vida, el proceso es siempre el mismo, cambiarse de gafas y de forma de mirar el mundo trae dudas, unos primeros días de incertidumbres, algún que otro tropiezo y la inseguridad de quien abandona su camino de sombras y nieblas. Pero poco a poco todo comienza a verse mucho más claro, no se si el comenzar a distinguir los detalles, las formas y los colores a través de mis ojos de adulto fue lo que hizo que comenzase a distinguir los detalles, formas y colores del camino con mis ojos de niño, no se si haber mirado hacia aquellas montañas, que tanto me hablaron en silencio, con mis ojos viejos, habría cambiado la determinación de virar todos los rumbos que dirigían mi existencia, lo que si se es que, cuando, por un sólo momento, abandono mis gafas, y pierdo los detalles, mi único deseo es cogerlas de nuevo y distinguir hasta el último matiz de lo que el camino me pone delante...

martes, 23 de septiembre de 2014

Enraizando

Hacer camino siempre ayuda a avanzar en la vida, da lo mismo que sea en una dirección o en otra, pero siempre avanzando.

Cada paso, cada mirada, cada sonido, cada aroma, cada beso... van construyendo presentes y futuros, reviviendo los pasados y, aunque no siempre nos digan de donde venimos y hacia donde vamos, lo que es seguro es que tienen la mala costumbre de ayudar a construir lo que somos.

Yo siempre he pensado en la vida que uno es de donde está, que la sangre se renueva con el oxígeno que se respira y que las raíces nos deben ayudar a ver de dónde venimos pero indicarnos hacia donde vamos. Han sido estas semanas de enraizar en varios sentidos de la vida, de echar raíces en la relación con los ojos que me miran cada mañana, en crear recuerdos conjuntos, imágenes y sabores que rememorar, sonrisas que repetir, besos que soñar. Han sido semanas también de enraizar en el de dónde vengo, de dehesas, olivos y viñas, de calor de pueblo sufridor y sufrido siempre en pie pero nunca levantado, de no olvidar que en el fondo, algo hay de cierto cuando se dice que de casta le viene al galgo.


Semanas, en definitiva, de enraizar pasados, presentes, futuros, de seguir sembrando, de seguir caminando, de seguir convenciéndome cada vez más, de que no hay raíces más fuertes ni que me amarren más a la tierra, que las suelas de mis zapatillas...