Imagino que, ante la falta de aviso, habrá a quien le haya
cogido a contrapié el “cierre” que ha tenido este nuestro rincón durante las
últimas semanas. Lo cierto es que cuando se habla de privacidad no es que yo
sea la persona más cauta del mundo, no hago ni deshago en mi vida en base a lo
que se piense de mí sino que trato de compartir mis anhelos, nostalgias y
vivencias con aquellas personas que quieran escucharlos, pero esta vez ha sido
distinto.
Ha sido distinto porque este pequeño rincón, este diario de
locuras que arrancó hace 8 años, no lo siento como algo sólo mío. Estas semanas
de exposición pública, de periodistas rebuscando entre las miserias de cada candidato, no me han
preocupado en absoluto con respecto a lo que de mí se pueda decir, pero este de
aquí no lo veo solamente como mi rinconcito, sino como nuestro rinconcito, como
ese lugar en el que siento que puedo abrir mis vivencias a personas que
disfrutan, sufren y ríen con ellas. Este no es mí rincón, es nuestro rincón.
Rincón de sueños, caminos y piedras, rincón que ajeno al mundo y sus grises
tonalidades, nos regala momentos de absoluta sinceridad, de mostrar mi yo más
allá de etiquetas absurdas sin pedir nada a cambio más allá que el saber que
estáis ahí.
Por eso, porque este rincón no es mío, sino nuestro, es por
lo que, durante un breve espacio de tiempo, he querido mantenerlo lejos de las
sórdidas plumas que todo lo emponzoñan, espero disculpen las molestias,
volvemos a la carga…
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