Desgraciadamente los buenos momentos siempre duran bastante menos de lo que desearíamos, y en apenas unas horas toca decir hasta luego y volver a alejarme unos cientos de kilómetros de todo aquello que quiero. Han sido un par de días intensos, emocionantes, así que la vuelta a ¿casa? será nuevamente triste, a pesar de que cada vez quede menos para que llegue diciembre y vuelva a disfrutar de mi gente más a menudo.
Si algo me está enseñando esta experiencia es a apreciar cada momento que paso junto a mis amigos/as, a darle un valor mucho mayor del que cotidianamente le otorgamos a esa rutina de la que siempre estamos hartos, pero que no nos imaginamos cuanto podemos llegar a extrañar. La vida pasa, y cada uno la sobrellevamos como buenamente podemos, pero no hay duda de que con amigos cerca el mundo se hace un lugar más soportable.
Os echaré de menos, pero ya sabeis que no queda nada, en octubre volveré para devorar la noche entre risas y largos tragos de zurrakapote, perdidos entre el humo, la música y el pegajoso suelo de cualquier txozna, sin más necesidad que la de vuestras sonrisas para volver a comprender que la felicidad es algo más simple de lo que la gente piensa, y que muchas veces de tanto buscarla no nos damos cuenta de que está delante de nuestras narices.
Un abrazo, se me cuiden, disfruten, y vayan preparando sus porrones, San Fausto está a la vuelta de la esquina...
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