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jueves, 3 de noviembre de 2011

Pues yo ceno en casa...

Permítanme que, por no llorar, me ría. JA, JA, y JA. Y es que no nos queda otra, gobernados por ineptos que se arrogan la representación por el hecho de que una masa aturdida por las últimas declaraciones de Belén Esteban les haya votado, está visto que no podemos optar, ni tan siquiera soñar, con ser partícipes de la toma de decisiones en aquellas cuestiones que nos afectan.

Y es que observando la situación en la que la banca y la propia clase política (a cada cual más corrupto) han sumido a todo un país, no nos queda otra que callar y tragarnos el delicioso menú que nos han preparado.


Porque es como si usted entra a un restaurante y le preguntan quién quiere usted que sea su camarero, claro, todos tiene buena pinta, uniformados, aparentemente limpios, y vendiendo su exquisito gusto gastronómico como inigualable.


Así que señala a ese de ahí, al rubio de ojos azules, que parece simpático, y le ha prometido un 25% de descuento en la factura, y a partir de ahí todo es un caos. Porque va pasando el tiempo y nadie aparece a tomar nota, pero le señalan que se está preparando un plato suculento en su honor, y, la verdad, que uno no sabe que pensar, porque nadie le ha preguntado ni qué quiere comer, ni con qué salsa, ni si le gusta muy hecho o casi crudo.

Pero es que claro, lo que nadie le ha dicho, es que usted está en un restaurante en el que la única opción que tiene es elegir el camarero, y ahí tiene un problema, porque su camarero resulta que no ha pagado a los proveedores, y no puede comprar comida fresca, es más, ya no puede ni comprar comida, por lo que ha ido a un vertedero a buscar algo que poner en el plato de los comensales. Y es que claro, los proveedores del restaurante quieren cobrar, y como no fían nada de comida en buen estado, el obligan a usted a que se coma esa mierda podrida para que así el camarero les vaya pagando lo que les debe.


Pues bien, lo han acertado, el camarero es el gobierno griego, y los proveedores que obligan a los griegos a tragar lo que hay en sus platos son los bancos franceses y alemanes. Eso sí la mierda… la mierda se la come usted, o le cerramos el restaurante!

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