Hay días en los que, por cualquier pequeño detalle, un aroma, un acorde, una imagen… consigues retrotraerte y volver a momentos y lugares que están más lejanos de lo que unx desearía.
Y vuelves la vista atrás y te das cuenta de que ha pasado más tiempo del que piensas desde aquellas tardes en las que despotricar contra todo y contra todxs, de aquellas tardes de música, sueños y locuras sin fin ni medida.
Y cuando miras de reojo todo lo que ha pasado, todo lo que has soñado, y todo lo que has vivido, te das cuenta de que absolutamente todo se encuentra fuera del lugar que se suponía iba a ocupar, no eres lo que pensabas que ibas a ser, no estás donde pensabas que ibas a estar e incluso no tienes a tu lado a mucha de la gente que pensaste que ibas a tener.
Y aún así, sientes que en el fondo todo ha seguido su curso, y todo ha ido bien. Y sabes que, mirando para dentro, lo único importante de los sueños y deseos es que abren nuevos caminos en los que seguir gastando zapatos, sin importar tanto el destino, sino el simple hecho de seguir caminando…
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