Siempre he pensado que el tiempo se
compone de unidades de medida muy relativas, eternas cuando la
oscuridad y el tedio toman posiciones en nuestras cabezas y rápidas
como un destello de luz en los momentos de alegría y buen vivir.
Lo cierto es que, últimamente, en gran
parte debido a estas manías irracionales que tengo de intentar mover
el mundo con un palillo, me paso el día tratando de tapar con un
sólo culo los mil asientos que se cruzan en mi camino. No puedo
negar que es algo que me reconforta y me disturba a partes iguales,
el sentir que no estoy quieto combinado con la sensación de no poder
llegar convierte cualquier obstáculo o cualquier pequeño triunfo en
un peldaño más de la montaña rusa emocional en la que vivo,
gracias a diox, sin llegar nunca a caer en picado.
Así que aquí andamos, con horas que
se esfuman como el humo de un cigarro, tratando de que, de tanto
correr por el mundo, no se me olvide mirar el camino por la
ventana...
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