Cuentame un cuento

Érase una vez que se era, en una tierra muy lejana… así suelen comenzar los cuentos que en la infancia nos transportaban a lugares maravillosos, increíbles, sólo imaginables en nuestras mentes.

Y así, como si de un cuento se tratase, es como debe comenzar la historia de un viaje tan mágico como real que terminó hace sólo unos días. Un cuento que habla de la historia de tres amigos en busca de un destino incierto en una tierra acogedora, un cuento que habla de parajes mágicos, de cataratas increíbles, de lagos de aguas cristalinas junto a montañas cubiertas por la nieve y de gigantes de hielo que rugen. Un cuento repleto de animales fantásticos, de coatíes, de monos, de cóndores y águilas, un cuento que habla de los maravillados ojos de los viajeros al contemplar ante sí a las ballenas.

Un cuento, en el que los dragones son de hierro y a veces van con retraso, un cuento en el que las enormes ciudades no paran ni para respirar y en los que en vez de castillos hay enormes obeliscos apuntando al cielo, un cuento que cambia tierras gobernadas por reyes tiranos por un pueblo que sufre a sus políticos corruptos. Un cuento con sonidos de tango, con sabor a mate, con canciones de Silvio, con versos de Neruda. Un cuento en el que sus protagonistas no necesitan besar sapos ni salvar princesas. Un cuento en el que sus protagonistas ganan la batalla a la vida con la espada de la amistad y la sonrisa como únicas armas.

Un cuento que termina comenzando otro cuento, el que nos inventamos cada día y a cada paso, y es que colorín colorado, este cuento, sólo ha comenzado…