Que si, que ya lo se, que hace frío, que llueve, que el curro está muy mal, que el mundo peor, y que aún así no entiendes por qué está ahí, inamovible, mi sonrisa.
Pues está ahí porque la vida no está para malas caras, lloros ni quejas. En este mundo horrible que nos ha tocado vivir nada se va a detener ni va a mejorar por el hecho de que te sientas amargado, es más, el motor de esta aberración a la que llamamos sistema capitalista es la amargura, la necesidad de cubrir nuestros vacíos vitales con bienes materiales.
Así que yo, que no tengo nada que perder ni mucho que ofrecer, me he decidido a ponerme la sonrisa como todos los días, y a intentar no quitármela por muy fea que se ponga la cosa, porque se ponga como se ponga, siempre hay una razón para sonreír.
Hay que sonreír porque tengo a mi alrededor gente que hace que levantarse cada día valga la pena, hay que sonreír por los nuevos horizontes conocidos y por los que quedan por conocer, hay que sonreír porque día a día son más lxs que luchan para que este mundo sea un poquito menos feo, hay que sonreír porque el otro día volvimos a estar todxs juntxs disfrutando y seguro volveremos a estar, hay que sonreír porque así también sonreís vosotrxs, y lo voy a seguir haciendo, a fin de cuentas, porque así soy más feliz.
Al fin y al cabo, ya lo decía el Che, la alegría frente a los opresores es la victoria de la resistencia. Amén!
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