Hasta siempre...

Es curioso ver como, con el paso del tiempo, cada vez se nos va haciendo menos complicado decir adiós a las personas que se nos van quedando en el camino. Gente cercana que con su camino han contribuido a lo que hoy en día somos, y cuya llama poco a poco vemos extinguirse hasta que no queda más que un hasta siempre y un enorme hueco lleno de recuerdos.

De tales raíces, serán las ramas que salgan, sin ninguna duda. Aún viviendo en una tierra en la que parece vergonzante enorgullecerse de las raíces y orígenes que se tiene si en el apellido no hay dos k y un tx, yo, que siempre he pensado que la sangre se renueva con el aire que se respira, y que cada cual es de donde se siente parte, más allá de patrias y fronteras, no puedo sino sentirme orgulloso de donde vengo.

En mis raíces no encontraré grandes apellidos, ni linajes heroicos, ni nada de lo que la sociedad diga que debo sentirme orgulloso. Lo que si que encuentro, y hago mío, es la humildad, el trabajo sacrificado por la gente a la que quieres, el mirar al mundo con una sonrisa en la boca aunque la vida te ponga la zancadilla.

No, no me cuesta decirte adiós, porque con tu trabajo y tu entrega siempre llevaré algo de ti en mi interior, y alguien no muere mientras haya quien le recuerde. Hasta siempre…