Se supone que en estas fechas es cuando uno comienza a
relajarse, mira por la ventana y el sol y los pantalones cortos le hacen pensar
en lo que va a disfrutar de sus ratos libres; en la oficina poco a poco la
gente se va marchando de vacaciones con lo que hay menos volumen de trabajo; y ya
casi casi tienes la maleta preparada para ese tan ansiado viaje que llevas
tanto tiempo preparando…
Pero resulta que este año, cazurro el como ninguno, se
empeña en llevarme la contraria, y en convertir el comienzo de verano en un
larguísimo final del otoño, que esperemos se evapore con el primer día de
playa. La cuestión es que entre el clima polar, la ingente cantidad de trabajo
que tenemos y que ya hace un año que volví de mis no se si merecidas pero sí
disfrutadas vacaciones, este mes final de mes de junio me están entrando ganas
de arrancarme los pelos uno a uno, incluidos los de las piernas e incluso los
del culo si la cosa se alarga.
Así que nada, seguimos intentando respirar el inexistente aroma
veraniego, comenzando a soñar con horizontes que recorrer el año que viene y
tomándonos el curro como lo que es, a ver si así conservamos los 4 pelos que
nos quedan…
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