Es octubre, hay 25 graditos, mañana es viernes, luce el sol, no tengo ningún plan para el fin de semana más que descansar y si alguien quiere como mucho tomar una cervecita, quedan menos de 25 días para mis vacaciones, así que viendo el panorama, hoy paso de quejarme!
Va una de Bob, que además esta me apetece, y pega con el día que tengo...
A estas alturas, poco voy a contar sobre las cosas que me pasan que ya no sepáis, muchas veces, por no decir siempre, tengo la sensación de estar montado en una montaña rusa de la que no puedo bajarme, y estos días no han sido menos.
Montaña rusa de emociones, mezcla de euforia y depresión, la pérdida de un compañero y el reencuentro con un gran amigo. Casi 6 años han pasado desde la última vez que estuve con David, fue en Exeter, era mi primer viaje a Inglaterra pero realmente el lugar era lo menos importante, tan sólo importaba pasar unos días con un buen amigo recordando grandes momentos y creando nuevos momentos dignos de ser recordados.
Volver a ver a David ha sido volver a los años de universidad, volver a recordar aquel internacional grupo con el que compartí meses de fiesta y lucha hace ya más de 7 años, ha sido volver a recordar a Maarten con sus rastas y su eterna empanada mental, ha sido volver a recordar a Marcelo y sus ansias de cambiar el mundo, ha sido volver a recordar a Vangelis y su particular forma de ver el mundo, ha sido volver a recordar la sonrisa de Ifigenia, de Andrea, de Joanna, ha sido recordar nuestras batallas por las calles de Barcelona y Sevilla, recordar a Glauco y Matia, recordar aquel increíble viaje a Italia.
La visita de David ha sido volver a recordar muchos momentos maravillosos, y darnos cuenta juntos de que a pesar del tiempo, de que vistamos más serios y llevemos el pelo más corto y presentable para la sociedad, en el fondo no hemos cambiado, en el fondo seguimos apreciando el valor de una amistad verdadera, seguimos luchando, soñando y creando, y seguimos sabiendo que unos miles de kilómetros no deberían ser excusa válida para vernos más a menudo.
Hasta pronto compañero, no se que ciudad nos deparará la vida como destino de nuestro próximo encuentro, pero la haremos tan nuestra como lo han sido cualquiera de las demás, con una cerveza en la mano, y una sonrisa en la boca.
Que no Aitor, que así no se hace, que uno no aparece en la vida de los demás abriéndoles su enorme corazón y se marcha sin avisar, con tantas cosas por hacer juntos, con tantos momentos por vivir, con tantas cosas que compartir y que aportarnos mutuamente.
No compañero, así no, así no se puede ir uno, porque yéndote así nos dejas un poco más huérfanos tratando de plantar de sueños este campo cubierto por el asfalto, y son muchos los sueños que aún quedan por plantar, los nuestros y los tuyos. Así no puedes marcharte, porque así no podremos terminar de saber que escondía gran corazón que hacía que cada una de las palabras que salían de ti siempre estuvieran acompañadas de una sonrisa. Así no puedes irte, no te puedes ir sin presentarme a tu hijo, a tu compañera, a la gente con la que compartías tu vida cotidiana y que te ayudaban a ser la maravillosa persona que eras. Así no puedes marcharte, porque el otro día por estar enfermo no puede despedirme de ti dándote el abrazo que deseaba darte, y ahora ese abrazo me lo tendré que guardar para siempre.
Pero, sin embargo, y aunque así no se haga, te nos has marchado, y sólo nos queda pensar que podremos plantar nuestros sueños a pesar de no tenerte aquí cerca, sólo nos queda pensar que podremos seguir cambiando nuestros mundos y los de los demás, sólo nos queda pensar que, si te mandamos ese abrazo que nos guardamos la última vez que estuvimos juntos, te llegará allí donde estés, y desde allí nos lo devolverás con tu imborrable sonrisa.
La gente, cuando hablamos del verano, y de cómo comienza en mayo y termina en octubre, siempre nos lanza esa mirada como queriendo decir “que ya tenéis una edad…”, yo la verdad es que poco a poco iba pensando que ciertamente las cosas evolucionaban y que la vida nos colocaba poco a poco donde se supone que debíamos estar hace ya bastante tiempo. Tras dos años casi casi de travesía por el desierto, uno en mi destierro voluntario y el otro bastante raro, se hacía tan lejano ya el verano infinito del 2006 que parecía que este año iba a ser uno más, tal vez marcado por la falta de vacaciones y por un tiempo que ha respetado lo justo. Pero como siempre, hay que reconocer, que cuando nos ponemos a hacer algo en serio somos lxs mejores, y este año nos hemos propuesto sin duda volver a ser únicxs, inolvidables, irrepetibles. Este año hemos sido lxs de siempre y algunxs más, algunxs que han marcado el camino de un verano de locura, amistad, sentimientos, sueños, algunxs que estoy seguro han venido para quedarse mucho tiempo para compartir caminos y echar una mano cada vez que tropecemos, que sin duda serán muchas. Verano interminable, verano de días y, sobre todo, verano de noches, verano de fiestas de pueblos y ciudades que nos han sido ajenos tan sólo un minuto, verano de txinauto, carretera y manta, verano para recordar. Porque este verano nos hablará para siempre, y nos dirá que siempre nos quedará París aunque no hayamos estado en estos meses en él, nos dirá que la felicidad no la mide la cuenta bancaria sino la cantidad de bebida que entra en un barreño siempre y cuando se comparta con un buen grupo de amigxs, nos dirá que por mucho que Michael Jackson esté muerto bailaremos hasta el amanecer, nos dirá que los conciertos no son más que una excusa para seguir encontrándonos, nos dirá que Argentina va a salir campeón, nos dirá que las tormentas ya nunca volverán a ser lo mismo, nos dirá tantas y tantas cosas… Pero las dirá cuando se vaya, porque este verano ha sido tan grande, que hemos decidido perseguirlo hasta el fin del mundo, así que, hasta entonces, como mucho, dejamos paso a unos días de entretiempo…
Siempre buscando el equilibrio, siempre buscando ese punto que haga que deje de viajar del cielo al infierno y vuelta a empezar al segundo siguiente, buscando el punto en el que mis fortalezas y mis miserias no vayan quedando unas encima de las otras. Y lo curioso es que buscando y buscando no termino de saber lo que busco, y de tanto buscar al final no solo no encuentro nada sino que al final soy yo quien termina perdiéndose. Es como una bomba que no tiene reloj y nadie sabe cuando va a estallar, ni si lo hará para bien o para mal, lo único seguro es que más tarde o más temprano terminará estallando y al que le pille cerca le explotará en las manos. Por si acaso que todo el mundo ande con cuidado, que incluso en el purgatorio, de repente todo puede hacer BOOM! En fin, nos quedaremos con los momentos de cielo y con lo que se cantan los ángeles de la guarda los unos a los otros cuando están borrachos...
Que la vida se compone de ciclos y que hay muchísimas cosas que no son para siempre creo que es algo que nadie puede discutir, pero también es cierto que hay situaciones que aún sabiendo que tarde o temprano van a cambiar las disfrutas y saboreas sin querer pensar en cuando va a llegar el punto y a parte de las mismas. Cuando hace dos años al volver de mi pequeño exilio en tierras catalanas los 3 valientes bulbabos decidimos dar un giro a nuestras vidas y comenzar a vivir la aventura de ser los únicos dueños de nuestros caminos ya sabíamos que, tarde o temprano, la vida nos iba a ir llevando a cada cual por un sendero distinto, de forma natural. Y de forma natural han pasado casi dos años, dos años de convivir pero sobre todo de vivir, dos años en los que la amistad ha tomado una dimensión extraordinaria y en la que hemos compartido de todo, momentos buenos y momentos que, aunque parecieran malos, siempre terminaban entre carcajadas y lágrimas de felicidad. Dos años imborrables que han marcado lo que hemos sido, lo que somos y lo que vamos a ser, más allá de cómo la vida nos vaya tratando. Ahora parece que llega el momento de ir rompiendo la comunidad inicial, de que el almirante de fragata Aarontxu continúe con las riendas de su camino y de otro paso adelante en su vida, y eso no puede sino alegrarme, porque no se puede sino valorar lo vivido y desear que, de forma diferente, cada cual sigamos viviéndolo. Así que nuevos tiempos llegan, seguro traerán cambios, pero nunca pondremos un punto final a nuestra aventura, como mucho un punto y a parte, como mucho un punto y coma, aunque en el fondo no más que unos puntos suspensivos…
3 días para la locura, 3 días de sonrisas y barra libre para la estupidez, la amistad y la improvisación, 3 días para soñar despierto y despertarse soñando, 3 días para saltar sin cuerda y no preocuparte por saber si hay agua, 3 días para ladrar a la luna y guiñarle un ojo a las estrellas mientras el sol te saca la lengua, 3 días para vivir y morir casi al mismo tiempo, 3 días de cascabeles, alcohol y albarkas, 3 días infinitos pero muy cortos, 3 días contigo, 3 días sin ti, 3 días que todo lo pueden y no cuestan nada...
(Sin que sirva de precedente, una pequeña entrada en euskera, es lo que toca…) Beno, badakit urtea ez dela oraindik amaitu, baina pixkanaka datorren urteko proiektuak nire buruan azaltzen ari dira. Aspalditik daukat arantza txiki hau eta uste dut barrutik ateratzeko momentua heldu dela. Euskalduna, Euskal Herria, hitz hutsak dira euskara gabe, abestiak dio euskara dela euskaldun egiten gaituena, ta hori egia bada ez dago zalantzarik ez garela euskaldunak. Txikitan euskara ikasi ta adin nagusitan baztertu ta ahaztu. Gure harremana herri honen hizkuntzarekin bakarrik agertzen da udako asteburuetan, txoznetan kalimotxo edota garagardo bat eskatzeko, ta honela ezin da. Horregatik datorren urtean saiatuko naiz nire maila berreskuratzen, etxean ikasten, apurka apurka lagunekin hitz egiten. Hasteko sarrera hau euskaraz egiten dut, lehenengo urratsa, lehenengo ametsa, ikusiko dugu nola bukatuko den…
Mira que en esta vida es difícil aclararse, uno se pasa la vida quejándose de que siente demasiado, de que se muestra vulnerable con demasiada facilidad y de que su corazón convierte la chispa más pequeña en un tremendo incendio. Siempre con el corazón desbocado, pegando a la vida más bocados amargos que dulces y sin poder parar los pies a esa máquina que bombea ilusiones sin cesar, sin importarle en qué medida pueden convertirse en realidades. Toda una vida pidiéndole que se calme, que te de un respiro para poder mirar las cosas con calma antes de lanzarse al vacío, de cabeza y sin casco, como haces siempre. Una vida entera de aguja, hilo, tiritas y muchos mimos para curar las heridas que casi casi tu mismo te provocas y prometiéndote que una y no más, que ya basta de amores absurdos y de espejismos en medio del desierto.
Y de repente un día decide hacerte caso, notas que el jodío te deja pensar y que puedes ir por la vida sin la necesidad de soñar a cada paso y morir con cada beso. Y pasa el tiempo, y sigue sin hablarte, y comienzas a preguntarte si funciona bien, si es que de verdad ha decidido darte un respiro o si es que se ha escacharrado de tanto trote, y le llamas, y no responde, y le pinchas, y no se queja, y no te queda más que seguir deambulando por el mundo como un zombie emocional esperando a que en algún momento, un potente latido vuelva hacerte perder los papeles y puedas volver a sentirte el idiota que siempre has sido y nunca debiste de dejar ser.
Tras varios meses danzando de jaia en jaia parece que ya sólo queda el sprint final para, por lo menos hasta el año que viene, decir adiós al frenético ritmo veraniego y dejar descansar nuestros maltrechos hígados. Hay que reconocer que los lunes se vuelven duros pero siempre llegan con una sonrisa, a pesar de que hayas dormido poco, de que hayas disfrutado poco de conciertos de los que esperabas algo más, de que te hayas metido una caminata de órdago el mismo día que vas a salir de fiesta, e incluso a pesar de que el viernes por la noche te hayan hecho tragarte la peor programación televisiva de la historia. A pesar de todo, la sonrisa está ahí, que es donde lleva puesta los últimos días, días para seguir descubriendo a esas nuevas personas que llenarán de historias las alforjas de tu camino, y días para disfrutar con quienes ya llevan mucho tiempo llenándolas. Así que cansado y sonriente me decido a atacar ese último puerto, el más grande, el más alocado, el que más disfruto siempre, bienvenidos al comienzo, el comienzo del fin…
Es como un pequeño cumpleaños, un pequeño punto y a parte desde aquel día hace 4 años en el que decidí volver a recuperar poco a poco la confianza perdida y llegar a sentirme bien.
Podría quedarme en que son 4 años comiendo ensaladas de lunes a viernes, cuatro años en los que se han evaporado 32 kilos de Txino (que es muxo txino evaporado…). Pero en el fondo yo se que es mucho más, que son 4 años de constancia, de hacerme creer que puedo con lo que esta vida me eche encima, 4 años para rehacerme del tremendo cúmulo de desconfianza en el que se había convertido mi día a día, 4 años para volver a construir todo lo que, tal vez sin querer y sin ser consciente, cierta persona destruyó, 4 años para volver a creer en mí y volver a creer en lxs demás, 4 años para volver a soñar cada día y dormir cada noche.
Así que lo he celebrado como se merecía, una ensalada más, un pasito más, un sueño más.
