Pues si, son días de paso, de simple tránsito hacia el merecido(o no) descanso del guerrero. Son días de terminar de atar cabos, de llenar maletas de ilusiones, de hasta prontos, de tráeme algo, de escríbeme, de disfruta del viaje, de a ver si nos tomamos un café antes de que te vayas y de todas esas cosas que deberían hacerse y decirse más a menudo, pero de las que parece que sólo nos acordamos cuando alguien se marcha una temporada fuera, por pequeña que sea.
Y entre días que pasan, también cosas que pasan, algunas buenas y otras malas, gente a la que te gustaría no tener tan lejos en estos momentos en los que puede que te necesiten y gente a la que quieres meter en la maleta. La eterna montaña rusa, arriba y abajo en un segundo y vuelta a empezar, así que para detenerla, aunque sea por unas semanas, que mejor que poner 10.000 kilómetros de por medio y alejarse de la realidad cotidiana, y hacer que se queden los problemas, y llevarse a las personas.
Que sigan pasando las horas, y que la suerte nos marque el camino…
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