Tradición es una palabra que hoy en día nos sirve para que pueda ser justificada una acción que no tendría sentido alguno de no ser porque nuestros ancestros lo hacían. En nombre de la tradición justificamos la tortura de inocentes toros en plazas abarrotadas de personas ávidas de sangre, en nombre de la tradición podemos arrancar el cuelo a gansos, lanzar cabras desde campanarios o gastar desmesuradamente en navidades sin tener que preguntarnos el por qué lo hacemos. Las tradiciones están hoy en día totalmente mercantilizadas y, en base a ese ansia mercantilizadora que todo lo invade, creamos, adaptamos y asimilamos nuevas tradiciones. Da lo mismo cuanto quieras correr porque por mucho que huyas acabarás atrapado y, para cuando quieras darte cuenta, saldrás un día a tomar una cerveza y terminarás con un sombrero en forma de calabaza bailando rodeado de zombies, brujas y vampiros.
Así que, viendo que es imposible ser ajeno a las nuevas tradiciones impuestas, decides dedicarte a cumplir también con las tradiciones de siempre. Y como viene siendo tradicional, dices que no vas a salir y terminas cerrando el último bar. Y como viene siendo tradicional, empiezas con una caña y terminas con los camareros invitándote a rondas de cubatas. Y como viene siendo habitual, escuchas esa canción y te acuerdas de esa persona. Y como viene siendo habitual, te sientes un poco más solo. Y como viene siendo habitual, a pesar de ello, y ya que es Halloween, te dedicas a repartir calabazas a diestro y siniestro ante el ataque de los nazgul.
Y como viene siendo tradicional, llega el lunes, y más cansado que nunca, te dedicas a contarlo en tu blog.
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