Se me antoja curiosa la forma en la que, en cuanto unx desconecta del pavoroso mundo en el que vive, de repente todo comienza a girar y a tomar formas desconocidas e inesperadas. En un momento se pasa del agobio del presente por el futuro incierto reviviendo pasados que se cree siempre fueron mejores, a mezclar todos los ingredientes en un mismo bol y esperar que lo que salga tenga un mínimo de sentido común.
Y no, no es así, cuando unx se olvida de sus problemas cotidianos mira al mundo de otra forma, sin presiones, angustias ni recuerdos que encubran nuestras incertidumbres. Más bien todo lo contrario, uno se dedica a soñar pasados, recordar posibles futuros pero, sobre todo, a vivir presentes, cosa que siempre ha sido, es, y será, la clave para que, cuando le paguemos al barquero con las dos fatídicas monedas, no sea necesario mirar atrás para saber que nuestro viaje valió la pena.
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