Que el verano nos llena de sabores, aromas y sensaciones especiales no es ningún nuevo descubrimiento para nadie. Es simplemente una época en la que todo parece tener un brillo especial y el buen ambiente fluye sin necesidad de forzarlo.
El verano de cada cual sabe diferente, cada cual le da su toque particular y trata de que ninguno sepa como otro anterior para que así sea irrepetible.
Siendo sincero, este año me ha costado mucho cogerle el ritmo al verano, y tal vez por eso todo ha llegado de golpe y con sabores más intensos y dulces que nunca. Este verano sabe a viajes, sabe a lagos, bosques, a mate para pasar las horas. Este verano sabe a carne de reno, a frambuesas, bayas, arándanos, a café recién hecho, a largas charlas, debates y discusiones con un gran amigo. Este verano sabe a largas noches del norte, a secretos del este, a baile, whisky y tequila. Este verano sabe a playa, a monte, a mermelada, a sonrisas en la vuelta a casa.
Pero sobre todo, este verano me sabe a ausencia, a dulce distancia...
1 comentarios:
ummmm, qué bien suena todo... menos lo de la ausencia...
Espero que no te pegue duro esa sensación y que después de Aste Nagusia te quedes con los otros sabores de charlas profundas, frambuesas, café... y porqué no, un poco de mojito! La ausencia, quieras o no, seguro que vuelve en septiembre con su rostro más gris y débil...
Espero que el nuevo curso consiga hacerte dibujar... dibujar con colores vivos esa sonrisa...
Publicar un comentario