Porque al final en eso se resume una broma, una gran broma. Se resume en hacer creer algo a alguien que confía en que lo que ve, siente y percibe, que lo que le está ocurriendo, es totalmente real, para, finalmente, señalarle que no estaba sino ante un mero espejismo y reírse de el.
Así es muchas veces la gran inocentada que la vida te ofrece, te pone en el camino la idea de que si cruzas continentes mares y océanos, si asaltas el castillo y escalas los muros por altos que sean, conseguirás conquistar a la princesa soñada. Y al final, la vida, cuando llegas a la ventana del torreón, te empuja y se descojona mientras caes y te partes la crisma.
Lo único bueno, si algo hay, es que en la vida, como pasa con las bromas, todo es levantarse y volver a confiar…
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