Ya vale, por diox, futbol por aquí, futbol por allí, distracción, nada de pan, y circo, mucho circo. Circo con sus leones y sus malabaristas del balón, que más lejos de sentimentalismo alguno, correrán noventa minutos para embolsar en sus abultadas carteras lo que un trabajador normal y corriente en 90 meses del sudor de su frente.
Circo con su payasa mayor, montando un espectáculo grotesco que a nadie hace gracia y diciendo que si algún espectador se queja hay que cerrar el circo. Circo con su desfile de majorettes de cabeza rapada y estandarte rojigualda con aguilucho, tan sedientos de sangre como necesitados de alfabetización. Circo con sus monos, 2300, con porra en la mano, casco fuera de la cabeza y vacío total dentro de ella.
Un circo, del que miles de espectadores, yo el primero, estarán pendientes, un circo en el que gane quien gane, una vez termine, al fin, ganaremos todos.
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