Hipocresía, total y absoluta hipocresía o, lo que es peor, total y absoluta ignorancia. Ayer se debatía en congreso la ILP que pretende que la tauromaquia se convierta en bien de interés cultural, y el diputado de UPaDance Toni Cantó realizó unas declaraciones que han causado un enorme estupor entre la gente “ni los toros ni los animales tienen derecho a la vida o a la libertad”.
Sin ninguna duda, mi posicionamiento personal ante el “arte” del toreo es de total y absoluto rechazo, me parece una abominación y siempre que he podido he participado en protestas antitaurinas, no sólo consiste en la tortura y cruel asesinato de un animal sino que además consiste en la degradación de la especie humana que lo ovaciona y se regocija ante el baño de sangre.
Pero no nos equivoquemos, el hecho de que yo entienda el espectáculo de la tortura por mera diversión como una aberración no quiere decir que piense que la afirmación del diputado de UPyD sea falsa, ni mucho menos, aunque seguro diferimos en el fondo y las razones.
A día de hoy, no sólo vivimos en una sociedad capitalista, sino que lo hacemos en una sociedad especista, y voraz, este es un hecho innegable. Yo, como carnívoro, al igual que el 98% de quienes hoy braman en las redes sociales, no puedo erigirme en estandarte de la causa animalista porque ni predico con el ejemplo ni parezco creérmelo, al menos en base a lo que mis hábitos alimenticios indican. Yo me alimento de la muerte de otros animales, que por norma general viven enjaulados y hacinados, por lo que defender que los animales tienen derecho a la vida y a la libertad sería un hecho, cuanto menos, cargado de la más absoluta hipocresía.
Lo fácil es criticar a quien dice la realidad que nos queremos negar a nosotros mismos y seguir negando nuestra responsabilidad en sus afirmaciones, pero evidentemente eso no nos hace, ni mucho menos, poseedores de la verdad. Esta es la venda de quien llama ladrón a Bárcenas y luego no paga el IVA del fontanero, o la de quien dice que quiere igualdad de derechos para homosexuales y lesbianas y luego dice a su hijo que no llore porque es de mariquitas, es la venda de quien permite que los árboles no le dejen ver el bosque.
El cambio de mentalidad, en cuastión de especismo, exige de una lenta transición, tan profunda, por ejemplo, como la que nos lleva del heteropatriarcado a una sociedad igualitaria, y lo primero que exige es que aceptemos nuestras realidades para poder cambiarlas. No me malinterpreten, yo defiendo que los animales sean tratados con la máxima humanidad, trato de consumir productos que impliquen la responsabilidad de los ganaderos y que conlleven el mínimo sufrimiento para unos animales cuya existencia está destinada a que yo disfrute de una parrillada, pero perdónenme si, en esto de ser hipócritas y permitir con los pollos lo que no queremos para los toros, no comparto su opinión y, aunque no en el fondo, le de la razón a este tipo cuyo problema es que, no señala la ausencia de derechos de los animales como denuncia, sino como convencido defensor de la misma.