Ventajas de no ser noruego, es comenzar a caer copos e iluminarse la cara, todo en el mismo momento. Imagino que esta es una de esas cosas que por mucho que nos pensemos no son universales, y es que no pensamos que a todo el mundo le encanta la nieve porque nosotros solo la sufrimos muy de vez en cuando.
Y es que para quien la vive muy esporádicamente, como yo, la nieve tiene ese algo de esponjoso, de frío pero no helador, de blanco impoluto… que parece sumirte en un estado de sedación y semiestupidez consciente. A decir verdad, al menos en mi caso personal, la nieve creo que me remite a mis años de niñez, a esos años en los que de vez en cuando cuajaba y lo que para los mayores era incomodidad y problemas para nosotros se convertía en toda una bendición.
Ver caer copos me saca una sonrisa porque me lleva a otros tiempos en los que no había más preocupación que no llegar muy sucio a casa y donde los amigos eran para siempre a pesar de que de vez en cuando te dieras de tortas con ellos. Tiempos de manto blanco esperado ser atacado por cabestros armados de una bolsa de plástico que nada sabían de trineos made in decathlon y que estaban dispuestos a abrirse la cabeza ladera abajo sin casco ni protecciones de ningún tipo (horror!!!). Eran tiempos de bolazos a traición, de caras rojas, de guantes totalmente permeables y botas katiuskas, tiempos de faltar al cole y de disfrutar.
Eran otros tiempos, tiempos de niñez, que poco a poco fueron dando paso a otros tiempos, los tiempos de mirar al mundo con ojos de niño…
0 comentarios:
Publicar un comentario