Bien, se que no es habitual en mí, ni debería serlo en nadie, pero que quieren que les cuente, le tengo cariño, y el hecho de que en vez de tirarlo y coger uno mejor haya decidido arreglarlo y tenerlo conmigo hasta el último de sus suspiros, pues tal vez merezca una pequeña entrada en este espacio.
Y es que el txinauto no es un coche cualquiera, no es uno de esos que son para lucirlos y pasearlos camino del trabajo, o para ir a tomar una caña al bar de la esquina y sacarlo para que todo el mundo te vea con el.
El txinauto está ahí para los momentos realmente importantes, para ir a recoger a las personas que llegan desde largas distancias y así acercar unos minutos los esperados abrazos. Está para acompañarnos a buscar a personas con las que mantener charlas infinitas de las que comienzan con soles de media tarde y terminan bajo la atenta mirada de la luna. Está para recorrer los kilómetros que nos separan de conciertos y noches mágicas, para hacer los caminos que nos permiten soñar con mundos nuevos o para traer y llevar simplemente a quien lo necesite.
Por eso es distinto, porque el txinauto no es solo mío, porque es un poco de todxs, y porque todavía le quedan muchos viajes en los que acompañarnos.
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