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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Asocial

Si, lo se, no debería quitarme los cascos cuando voy en metro al trabajo, lo suyo es centrarse en un buen libro o una buena canción y ser ajeno al mondo estúpido que nos rodea, pero es que a veces uno, muy a su pesar, quiere ser parte de esa masa infame de zombies, que quieren que les diga.

¿Qué Piter no tiene guasap? Hay que ser asocial!!!

Hasta aquí podíamos llegar bonita. Yo no sólo puedo comprender sino que comprendo y comparto algunas de las bondades de esta maraña de redes sociales, teléfonos y aplicaciones varias en las que nos vemos envueltos, pero todo tiene su límite.

Piter, a quien no conozco pero aún así voy a defender, puede que tenga más amigos que tú, con los que, seguramente, se dedique a compartir unas cervezas y charlar sobre cualquier tontería, pero amigos que cuentan con el y con los que el puede contar. Que piter no tenga quien le cuide la granja en feisbuk no significa que su vida social no exista, sino que la tuya, posiblemente, sea lamentable.

Yo he tenido la suerte, enorme, inmensa, de pertenecer a una generación que jugaba en el monte, se llamaba directamente en el timbre y que, ojo al dato, cuando tenía amigos lejos, de esos con los que te comes los veranos de vacaciones, enviaba CARTAS para saber como estaban. Yo me siento un privilegiado porque a lo largo de mi camino he conocido muchísima gente, y con mucha de ella, en muchos casos ayudado por las redes sociales, sigo manteniendo una muy buena relación.

Tal vez sea que valoro que exista algo más que la simple fachada e inexpresividad de un perfil sin sentimientos, o tal vez que, ciertamente, soy un asocial, pero que me lo llame quien dedica más tiempo que yo a disfrutar de los suyos, quien no hace como yo perdiendo parte de su tiempo en feisbuk sino que de dedica a vivir sus amistades. Lo que no tolero, bajo ningún concepto, es que quien dedica más tiempo a su teléfono que a sus amistades y amores, se sienta con la autoridad moral para marginar socialmente a quien no cumple con sus, esta vez si, asociales estereotipos

lunes, 3 de diciembre de 2012

Cosas de la edad...

Cuando uno tiene 18 o 20 años todo el mundo es viejo y cada momento hay que tragárselo sin masticar, no vaya a ser que por pararse uno a saborearlo deje algo sin comer. Luego entre los 20 y los 30 se empieza con la cantinela esa de que hay viejos de 20 y jóvenes de 40, y evidentemente son jóvenes de 40 aquellos que con esa edad siguen haciendo lo que a nosotros nos parece que hacen los jóvenes.

Pero de repente llega un momento, cuando uno entra en la treintena y su cuerpo le empieza a recordar que no es un adolescente que todo lo aguanta, en el que de verdad te tomas tu tiempo para intentar ver con perspectiva las denominadas “cuestiones” de la edad.

Yo soy de esas personas a las que, aunque no le guste, no le cuesta reconocerlo, ya no soy joven. Y no soy joven por cuestiones tanto biológicas como de definición, sin tener nada que ver con la capacidad de mi hígado para neutralizar chupitos de tequila o de mi cuerpo en general para estar dos días sin dormir.

No soy joven, sin más, ya lo he sido, y me ha encantado. Ya he tenido mi tiempo de aprendizaje sobre la vida, sobre donde ir y sobre como caer y levantarse, y ahora estoy en la época en la que me toca disfrutar de lo aprendido y amortizar tanta tirita.

Que nadie se equivoque, esto no significa para nada que no queden noches interminables en las que la música. la luna, el humo y el alcohol me lleven a mañanas de mantita e ibuprofeno, lo que esto significa es que con el segundo trago seré consciente del por qué de lo que vendrá detrás, y estaré encantado de asumir sus consecuencias.

Son cosas de la edad, aprender a apreciar cada cosa en su justa medida sin despreciar las que hacías antes por el mero hecho de que fueran fruto de la inexperiencia: ni lo joven es inconsciente ni lo maduro serio, todo consiste en encontrar equilibrios. No creo que tomarse un kalimotxo ya no me pegue ni que leer a Bucay con un buen Oporto me convierta en un señor, simplemente he aprendido que cada cosa tiene su momento y que si sabes apreciarlas, la edad es lo de menos.

Así que al final, no es que me haga viejo, ni que deje de ser joven, sino que termino por darme cuenta de que hay que adaptarse a cada momento para saber sacarle todo su jugo, sin prisas, y sin pausas…

viernes, 30 de noviembre de 2012

Ustedes y nosotros...

A veces viene bien recordar las palabras  que escriben los genios del verso, y dejarse llevar un poco en estos tiempos tan revueltos...


Mario Benedetti



Ustedes y nosotros



Ustedes cuando aman

exigen bienestar

una cama de cedro

y un colchón especial



nosotros cuando amamos

es fácil de arreglar

con sábanas qué bueno

sin sábanas da igual



ustedes cuando aman

calculan interés

y cuando se desaman

calculan otra vez



nosotros cuando amamos

es como renacer

y si nos desamamos

no la pasamos bien



ustedes cuando aman

son de otra magnitud

hay fotos chismes prensa

y el amor es un boom



nosotros cuando amamos

es un amor común

tan simple y tan sabroso

como tener salud



ustedes cuando aman

consultan el reloj

porque el tiempo que pierden

vale medio millón



nosotros cuando amamos

sin prisa y con fervor

gozamos y nos sale

barata la función



ustedes cuando aman

al analista van

él es quien dictamina

si lo hacen bien o mal



nosotros cuando amamos

sin tanta cortedad

el subconsciente piola

se pone a disfrutar



ustedes cuando aman

exigen bienestar

una cama de cedro

y un colchón especial



nosotros cuando amamos

es fácil de arreglar

con sábanas qué bueno

sin sábanas da igual.





Lee todo en: Ustedes y nosotros - Poemas de Mario Benedetti http://www.poemas-del-alma.com/ustedes-y-nosotros.htm#ixzz2DhIKEGuv

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Llega el fin del mundo!

Ya está aquí, no queda casi nada, tres semanitas y todo se va por el sumidero, o al menos eso le atribuyen a las predicciones de los mayas y de algún que otro monje lama. Yo si os digo la verdad, me parece una puñeta no saber si es verdad o no, ya sabéis, aunque sea por aprovechar para hacer alguna de esas “cosas que hay que hacer en la vida”.

Es que hay que reconocer, que como dentro de tres semanas de verdad pase algo, nos va a pillar a todos en bragas, y si por ,lo menos pasa de golpe, pues bueno, no habrá tiempo para llantos ni arrepentimientos, pero como nos de una horita de tiempo mientras la oscuridad se hace con la vida… mucha gente va a darse cuenta de la mierda de camino que lleva!

Yo siempre he pensado que la vida al fin y al cabo es una carretera de un solo sentido y que cuando se llega al final no hay forma de dar media vuelta, así que más vale aprovechar el viaje porque no se puede comprar otro ticket.

Cada cual elige, o al menos eso cree, su propia forma de andar el camino, la mía es siempre la misma, sin prisa pero sin pausa, viviendo cada minuto con una lenta impaciencia de que llegue el siguiente, siendo consciente de que nunca voy demasiado despacio si mi ritmo me asegura llegar a mi utopía, y sabiendo de sobra que quien corre mucho recorre mucho camino pero sin haberlo saboreado, lo que es lo mismo que no haberlo recorrido.

Así que si el 21 de diciembre llega el fin del mundo, o si mañana me cae una maceta por la calle y me abre la cabeza, podré estar seguro de que pongo punto y final dejando muchas cosas pendientes pero con la mochila cargada de vivencias, y si una lágrima resbalara por mi mejilla no sería nunca por lo pendiente, sino por no poder rememorar nunca más lo cotidiano y lo ya vivido.

Lo dicho, el 22, si eso, nos tomamos unas cañas…

lunes, 26 de noviembre de 2012

Párpados de plomo

Con la llegada del invierno, del gris, del frío y las lluvias, se da un fenómeno que más que curioso resulta incómodo, el de los párpados de plomo.

Con el desagradable y taladrante sonido del despertador cuando el sol aúno no tiene a bien ni asomarse por el horizonte para ver si nos hemos puesto nuestra sonrisa diaria, nos damos cuenta de que todo, absolutamente todo, pesa más. La verdad es que tu intentas salir de la cama, no por gusto a decir verdad, pero parece que el edredón lo han rellenado de cemento durante la noche, él no quiere moverse y tu ni puedes ni quieres moverlo, a pesar de lo cual, como un zombie levantando su pesada lápida, terminas saliendo de tu cálido refugio camino de tu quehacer diario.

Te aseas y, por mucho frío que tengas, la ropa pesa, no apetece nada vestirse, te pones el jersey y ya te estás arrepintiendo de salir de casa incluso antes de haber desayunado, eso siempre suponiendo que consigas levantar la taza.

Finalmente parece que ya consigues enfilar el interminable pasillo que da salida a la calle, pero tienes la sensación de que el mundo se ha hecho como más bajito y más ancho, y es que los párpados pesan tanto que por más que a lo largo de las siguientes horas intentes levantarlos, los jodíos se han vuelto de plomo, como el cielo, como los lunes, como el invierno…

lunes, 19 de noviembre de 2012

Parco en palabras

Echando un poco la vista atrás en este mi rinconcito, me doy cuenta de que este año, al menos comparado con los anteriores, he sido bastante parco en palabras.
Cierto es que intento mantenerme alejado de la ya generalizada adicción a ir con el móvil en la mano “guasapeando”, pero tengo que reconocer que, mal que me pese, yo también termino diluyéndome en un mar de blogs y redes sociales, intentando tapar mil agujeros con sólo dos manos.

Y es que al final tanto soñar le hace a uno meterse en mil proyectos, la cabeza siempre va a mil por hora y las redes sociales acaban siendo reflejo de expresiones primarias que seguro con un poco más de poso terminarían convirtiéndose en enredadas reflexiones con las que mantener bien cargado este espacio. Restaurantes, hoteles y excursiones que se van a las páginas de críticas on line o viajes que se dejan caer en ese nuevo rinconcito que es el txoko de gulliver , la cuestión es que por mucho que llegue a más lugares, termino con la sensación de no llegar a ninguno.

Pero no se preocupen, porque al fin y al cabo, el primogénito suele ser el hijo al que más cariño se tiene, y este mi pequeño mundo, seguirá dando guerra a pesar de los pesares, siempre y cuando no me falten las palabras que llenen los vacíos renglones que aún están por escribir…

martes, 13 de noviembre de 2012

No encuentro razones...

Puedo encontrar mil razones para ir mañana a la huelga general, estamos en un momento en el que se está procediendo al recorte de derechos laborales y sociales que ha costado mucha sangre y esfuerzo conseguir, estamos asistiendo a la eliminación del derecho a la educación, a la sanidad universal pública y gratuita, a una vivienda digna en pos de la salvación de los bancos que nos han arrastrado a esta situación, estamos asistiendo a un retroceso de las libertades democráticas, a un aumento de la represión, a la multiplicación de la precariedad en todos los ámbitos de nuestras vidas... lo que no encuentro razones, sinceramente, es para no ir...

viernes, 9 de noviembre de 2012

No es suicidio, es asesinato

El país se desangra y gobierno, banca, justicia y fuerzas de "seguridad" miran para otro lado, sin ser conscientes que si el pueblo muere no habrá a quien gobernar, a quien hipotecar, a quien juzgar o a quien "proteger".
Asco, rabia, vergüenza....

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Hablemos del tiempo

Es el tema recurrente por excelencia, siempre asociado a conversaciones totalmente intrascendentes y a esos momentos en los que “algo habrá que decir”.

Y la verdad es que, aunque en ocasiones puede que esa asociación sea totalmente acertada, en otras no puede estar más alejada de la realidad. El clima, y como nos afecta, nos dice muchísimo sobre el interlocutor que tenemos frente a nosotros, sobre como se siente, sobre su estado de ánimo, sobre su forma de ver las cosas.

Yo, por poner un ejemplo, soy una persona cuyo ánimo mejora muchísimo con la luz solar, no tan necesariamente con el calor, pero sí es cierto que con que amanezca un día soleado la sonrisa ya suele salir puesta en mi boca.

Atendiendo a lo poco que da de si una conversación sobre el tiempo se puede saber sobre las personas más de lo que se piensa, hay quien adora la lluvia, quien necesita el calor para vivir, amantes del otoño, quien sueña con las nubes, quien disfruta las tormentas, gente friolera y gente “de Bilbao”, hay a quien le da lo mismo tanto el día que haga como el resto de las cosas que le pasan en su día a día, hay quien está esperando a que el día sea perfecto para aprovecharlo con toda su alma y quien se adapta a los días tratando de sacarles el máximo provecho sin importarles que un poco de lluvia o de sol de más les pueda estropear el plan.

Como con todo en la vida, el como interactúa con el clima nos dice mucho de la filosofía de vida de cada cual, así que, a partir de ahora, deberíamos tomarnos menos a la ligera esa frase de ascensor de, menudo frío que hace hoy….

lunes, 5 de noviembre de 2012

Vagones llenos de bostezos

Entrar por la mañana en un vagón del metro es como ir al zoo, te adentras en un recinto repleto de animales a los que posiblemente jamás observes desarrollarse en su hábitat natural, y casi mejor.

 
Si hay un medio de transporte y un momento específico en el que fluya y se concentre toda la negatividad del universo, ese es un metro de una ciudad cualquiera un lunes a primera hora de la mañana. Mientras los aeropuertos y estaciones de tren y autobús suelen entremezclar las ilusiones del que viaja, las emociones de un reencuentro o simplemente la esperanza del comienzo de una nueva vida lejos de casa, en el metro se unen bostezos, legañas y malos humos para crear un horrible micromundo.

 
Lo curioso del asunto, es que un vagón del metro siempre me ha parecido un lugar para observar atentamente el comportamiento de las personas (al menos antes de la invención de los odioso “esmarfons” y el puñetero “guasap”). Los vagones del metro están repletos de miradas, expresiones, conversaciones, hay gente que lee, gente que no quiere que se sepa lo que está leyendo, está el chico que lanza miraditas todos los días a la chica a la que nunca dirigirá la palabra, la pareja que se come el presente a besos como si no hubiera mañana, la niña que juega en la unión entre los dos vagones y la madre o padre que le dice que ya vale, quien carga una maleta y mira un plano sin saber donde bajarse o quien sólo quiere llegar a casa para echarse en el sofá tras un duro día de trabajo… con sus momentos buenos y malos, con sus gentes de todos tipos y colores, pero habitualmente vagones llenos de vida.

El lunes, por la mañana, lo vagones sólo viajan llenos de bostezos…