Ya estamos en diciembre, un diciembre que comienza frío y gris pero que en breve se iluminará y llenará nuestras vidas de bombillas de colores, amor fraternal, paz y felicidad.

En nuestro caso más bien suele coincidir todo con cambios de ciclo, el cierre del año, etc. pero lo cierto es que también las personas que no celebramos en estas fechas el nacimiento de ningún dios al que rendirle tributo y por el cual sentir temor, celebramos nuestros reencuentros.
En a penas dos semanas semanas un ejército de defenestrados diplomados en relaciones laborales tendrán su noche de nostalgia y alcohol por las calles de Bilbao, y a buen seguro que serán miles las historias que haya que contarse entre trago y trago.
Y en un mes más o menos vuelta al combate con los antiguos compis de batalla en aquellos locos años de universidad, un esperado encuentro de aquellas tortugas rojas, un espacio para reabrir batallas y volver a compartir sueños y revoluciones.
Curioso que esta fecha termine haciendo que aquellos que no creemos en nada sino en las personas volvamos a reencontrarnos...
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