Martes 28 de abril de 2009, 18:45 de la tarde, en la cola de un supermercado, delante de mí una pareja de personas mayores van pasando la compra. El procedimiento parece claro, ir sacando los artículos del carro, colocarlos en la cinta y que los cobren, uno a uno, poquito a poco.
De repente, la mujer intenta sacar del carro al mismo tiempo cuatro cosas, con el claro afán de que nadie vea que es lo que están comprando, intenta sujetarlo, lo eleva, lo acerca a la cinta... en ese momento se le resbalan los tomates, se tambalea y pierde la menestra, lo que le hace dejar caer la bolsa de madalenas, y allí queda, al descubierto, a los ojos de todo el mundo...
- Joe Mari, que vergüenza! - espeta el hombre totalmente colorado - ahora ya todo el mundo ha visto que hemos comprado kiwis! que vergüenza Mari, que vergüenza....
Que alguien avise a seguridad nacional!!!! Auxilio!!! Socorro!!! alguien ha comprado kiwis!!!! que hago? llamo al 112? o trato de desactivarlos yo solo??? De verdad que hay veces que la gente tiene unas tonterías... pues si tienes estreñimiento, te jodes, pero comprar kiwis... hasta aquí podíamos llegar!!!
Tengo un amigo que suele decir: “que seas un paranoico no significa que no vayan a por ti”. Paranoia, tal vez la palabra que mejor pueda describir la situación en la que está el mundo a día de hoy.
No hay como encender la televisión para escuchar una y otra vez la palabra maldita, crisis, es como si esos mismos medios que han alimentado el sistema capitalista y que sobreviven gracias a la apología del consumo desmesurado (viva la publicidad!) no hubieran pensado ni tan siquiera por un solo segundo que pudiera llegar a pasar lo que ha ocurrido, o, siendo paranoicxs, podríamos pensar que nos lo han ocultado hasta el último momento, y que ahora tan sólo lo explotan para cubrir sus parrillas y programaciones.
Ahora, de repente, el mundo está atacado, llega la pandemia!!!! La gripe porcina!!! Millones de cadáveres se amontonan en las calles desiertas de ciudades despobladas…o no, siendo paranoicxs podríamos pensar que lxs que mandan han decidido desviar la atención de lxs ciudadanxs y han utilizado la única baza que les asegura mejores resultados que la crisis, ¿que es lo único que podemos temer más que perder nuestros empleos, casas, bienes…? Pues claro, el miedo a perder nuestras vidas hace desaparecer de golpe y plumazo la crisis.
Seguro que son cosas mías, ya saben, si les duele la cabeza o tienen tos vayan a urgencias a que les pongan en cuarentena y su caso sea contado por todas las televisiones y los mass media del globo, al fin y al cabo, el paranoico soy yo.
Somos gente distinta, no respondemos a las situaciones de la vida como se la sociedad nos dicta que debemos responder, es más, no nos gusta esa sociedad construida en el egoísmo, en el consumo, en la explotación de lxs demás en beneficio propio. No somos ni mejores ni peores, simplemente somos diferentes, queremos cambiar el mundo, y comenzamos por cambiar los nuestros, pasito a pasito, miguita a miguita demostrando con nuestro día a día, con nuestro trabajo, con nuestro comportamiento que las cosas se pueden hacer de una forma distinta, no poniéndonos a nostrxs como lo primero y primordial, sino compartiendo como iguales con el resto de las personas que nos rodean. Y seguiremos luchando por cambiar, porque cada día somos más, con más sueños, revoluciones, utopías. Porque cada día que va pasando se va revolucionando algún aspecto de mi vida, ya sea rodeado de compañerxs que quieren cambiar la sociedad y derribar el capitalismo y la injusticia que provoca, cargados de sueños y sin dejar ni un momento la lucha, bien sea cambiando nuestra percepción habitual de las cosas, arreglando nuestro mundo con un vaso de ron en la mano, charlando bajo la atenta mirada de la luna hasta bien entrada la madrugada con un buen amigo y mil carcajadas, o bien descubriendo que personas muy distintas pueden formar una macedonia genial, llena de sabores, matices y colores…
Es un segundo, casi no te das ni cuenta, y de repente estás en el paredón, con 50 compañerxs y un ciego con una pistola y diez balas, y no sabes a quien le va a disparar, sólo estás seguro de que lxs 40 que salgan vivos volverán al corredor de la muerte a esperar a que otro ciego vuelva a cometer un magnicidio.
Es lo que, según ellxs, tiene la crisis, las cosas van mal, y hay que despedir. Nunca les escuchamos decir eso de: las cosas van bien, os regalaré un bmw! O: las cosas van mal, me rebajo mi desorbitado sueldo para que no haya despidos!
Así que pagamos el pato lxs de siempre, lxs precarixs, y se quedan así, intentando tripular sus barcos sólo con capitanes, ellxs no entienden que lxs grumetes hemos aprendido a sobrevivir y trabajar en cualquier situación, y que la única ilusión que tenemos es verlos hundirse con sus barcos.
Y es que no paran de inventar, que si el día de la marmota siberiana, el día de la gripe sudanesa… en fin, que tanto elegir días para hacer reivindicaciones en muchos casos importantes, han desvirtuado el significado de los mismos días en sí, y no conllevan nada más allá que el pasotismo generalizado de la humanidad. Hoy, 22 de abril, es el día mundial de la tierra, y, como con el resto de los días mundiales, ignoraremos las conmemoraciones y los problemas. Y en este caso hay un grave problema, porque ella, la madre tierra, la Pacha mama, es nuestra casa, nuestra fuente y modo de vida, y estamos terminando de cargárnosla. Somos malxs hijxs, hay que reconocerlo, no hacemos caso a nuestra madre, no la ayudamos cuando nos necesita, le robamos, despreciamos, la ensuciamos, la explotamos un día sí y otro también, sobre todo porque pensamos que, como es nuestra madre, no nos va a replicar, ella nos quiere, y con eso es suficiente. Así que hoy, todxs nos olvidamos del día de la madre, y no le decimos ni un piropo, no le dedicamos ni un prometo cambiar, no le echamos una mano, y ella, cansada y dolida, me temo que ya ha decidido echarnos de casa…
No se si la reconocerán en la foto, pero es ella. Si, ella, la de siempre…si, la misma piedra. Y ya estoy cansado de tropezar una y otra vez, porque mira que la veo desde lejos y suelo tener tendencia a estrellarme con ella, pero esta vez ha sido diferente, esta vez no tengo ganas de caerme, así que me he dado un rodeo, he mirado a la piedra, le he hecho una burla y he tirado pa´lante, y aquí sigo, en pie y con un nuevo camino ante mis ojos. Y es que ya lo dije, he vuelto, y he vuelto de negro.
Porque pienso que las personas valen más que sus beneficios. Porque creo que el mundo no es una mercancía. Porque creo sinceramente que otro mundo es posible. Porque no quiero más guerras, armas ni ejércitos. Porque quiero que desaparezca el hambre en el mundo. Porque creo que debe existir un reparto equitativo de las riquezas. Porque creo en la libertad de los pueblos y las personas a decidir libremente su futuro. Porque creo que nadie es diferente por razón de su raza, religión, sexo u orientación sexual. Porque creo que la vivienda es un derecho, y no un lujo. Porque consumo para vivir, y no vivo para consumir.
Siempre me ha resultado muy complicado definirme, imagino que para una persona que muchas veces no se entiende ni a sí misma, dar una definición de la imagen que cree que se proyecta de sí mismo hacia lxs demás es tarea imposible. Tal vez para el resto de la gente sea más fácil hacerse una idea de lo que uno es, tal vez acertada o tal vez no, siempre adaptada a lo que cada cual desea captar en la persona que está enfrente, y siempre en base a cuanto enseñe cada cual de lo que hay en su interior. Cada cual que tenga de mí la imagen que desee, la que le hayan dado los años, las anécdotas, las experiencias compartidas, las historias aquí descritas… yo, por mi parte, y ante la imposibilidad de autoanalizarme, me quedo con una canción que me hace sentirme identificado cada vez que la escucho…
Volando, así han pasado estos días de desconexión en Burdeos. Es increíble la facilidad con la que colocamos el modo off en nuestra cabeza en lo que respecta a las preocupaciones cotidianas y nos dedicamos simplemente a disfrutar. Debo decir, siendo sincero, que hacía tiempo que no me reía tanto, yo de verdad que pensaba que era imposible, pero una vez más hemos demostrado que la estupidez humana no tiene límites, o al menos nosotros aún no hemos encontrado los nuestros. Quedarán para el recuerdo pintas de cervezas variopintas, de kronenburg de fresa, botellas de vino, timbas de póker, el patatoner, el kebayuno, las gigalenas, las megachofas, Aingeru hablando en alemán absolutamente con todo el mundo (Ja?), el conejito feloz, steve maister, las risas que nos echamos con jim curry, actor protagonista sin duda de los fragel, no creo que nadie olvide el baile del elefante y mucho menos el del urogallo… en fin, que cuatro días dan para mucho, sobre todo con buenos amigos, dándonos cuenta de que no somos ni los más guapos, ni los más majos, probablemente sí los más raros, pero disfrutando de esas rarezas que nos hacen especiales, sin importarnos nada lo que lxs demás puedan pensar. Burdeos por lo demás quedó allí como siempre, brillante los días de sol y algo gris y fría los días de lluvia, con las orillas del Garona invitando a interminables paseos, con sus calles repletas de gente en las que perderse sin rumbo fijo, con las infinitas vistas desde la torre de la catedral (y las infinitas agujetas de quienes suben allí), con sus terrazas, aromas, sabores…esperando a que volvamos a caminarla, sentirla, disfrutarla, entre carcajadas y risas, pero siempre a nuestra manera.
Parece que últimamente cada vez que tengo unos días para relajarme decido hacerlo rodeado de amigos y siempre cerca de una buena copa de vino. Oporto, Burdeos… unas veces dulce, otras más fuerte, algunas incluso picado, como la vida misma, con mil matices, aromas, sabores, cada uno distinto del anterior, y cada trago también diferente.
Y así, en busca de nuevos matices, con ganas de redescubrir nuevos lugares, no entendiendo a aquellxs que me rodeen, o más bien no queriendo entenderles, pasarán los próximos días, relajado, entre risas, con buenos amigos, desgastando suela de los zapatos de tanto camino que hay que andar. Unos días sobre todo, como siempre, para enfocar los nuevos caminos, las nuevas emociones, para preparar un verano que, no se por qué tengo la intuición, promete apasionante y lleno de agradables sorpresas.
Disfruten de sus vacaciones, si las tienen, y lxs que ya están en ellas, sigan disfrutándolas. Y quien no tenga, al menos tiene trabajo, que no es poco en estos días de quiebra del sistema.
Imagino que todo el mundo espera una de esas entradas cargadas de nostalgia en las que mi síndrome de eterno Peter Pan me hagan dejarme llevar por los recuerdos y acabe diciendo que a pesar de todo sigo llevando dentro de mí a ese quinceañero que vibraba al ritmo del High Voltage.
Fue una noche grande, enorme, inmensa, de las que llevas una vida esperando y ya piensas que no vas a vivir. Una noche para beber, recordar y seguir soñando, una noche en la que no tuvimos 15 años de nuevo, ni los quisimos tener ni tan siquiera por un solo momento. Si, recordamos mil y una anécdotas, las primeras canciones, el rock, las primeras, segundas y terceras borracheras, las primeras veces de absolutamente todo lo imaginable, hablamos de sueños y realidades, de que era a lo que aspirábamos, de donde estamos y de donde queremos llegar, de cómo seguir haciendo camino, y de cómo en el fondo no hemos dejado de ser nosotros mismos. Realmente nos dimos cuenta de que habíamos crecido, y habíamos crecido como nosotros lo habíamos decidido, habíamos errado y acertado, y seguro que no por partes iguales, pero hemos sido los dueños de nuestras propias decisiones, y lo seguiremos siendo porque hemos luchado por ello.
Y llegó la hora, y llegó el calor, y llegaron acordes que nos hicieron volver a sentir las mismas ansias de libertad que nos han ido empujando golpe a golpe y verso a verso para construir nuestro peculiar camino. Sinceramente no se que pasó por la cabeza de cada uno de nosotros al oír cada una de las canciones que han marcado y marcarán muchos de los momentos más importantes de nuestra vida. Muchos recuerdos y nuevas perspectivas fueron bombardeando nuestras cabezas mientras desgarrábamos hasta la última de nuestras cuerdas vocales, por momentos volví a verme junto a Sergio en mi cuarto con aquel bafle compartido por un bajo y una guitarra evadiéndonos de todo por el sueño juvenil de ser una gran banda de rock´n roll cuando sonó The Jack, volví a vernos en aquellas tardes de whiskey, música y humo al escuchar Let There Be Rock, recuerdos de cristales empañados, sudor y cuerpos desnudos con You Shock Me All Night Long, mil caídas y tropezones en las mismas piedras para volver a levantarme y resurgir de la nada en un eterno Back in Black… Y cuando comenzaron a sonar los acordes del Highway to Hell, sólo quedó soñar, seguir pensando en todo ese camino que me queda por andar, y en que hay que disfrutarlo hasta el último de sus suspiros, ya que el final es lo único cierto de esta vida, de esta autopista hacia el infierno.
Y no, no quise volver a tener 15 años, el tiempo me ha enseñado a crecer y mantener siempre el cofre de los sueños bien lleno, y va siendo hora de abrirlo de nuevo, sólo por seguir avanzando, y seguir creciendo, así que prepárense todos, porque he vuelto, y he vuelto de negro.
Sinceramente, siempre pensé que oír música de camino al curro era una forma de arrancar el día con alegría y optimismo, con calma, e incluso a veces con un poco de rebeldía, depende de lo que te pida el cuerpo. Pero es que últimamente he descubierto que ir en el bus y el metro escuchando los bostezos, ruidos y, en ocasiones, peculiares conversaciones mañaneras de la gente, es una actividad que no tiene desperdicio…
Nuevamente dos señoras, charlando para todo el autobús a pesar de ser las 7:45 de la mañana:
- Y que tal te va con Milú, ya está aprendiendo la perrita? - Si, ya va mucho mejor, ahora ya no me deja perdida la casa, aunque lo peor es cuando la sacas de paseo. - Y eso? - Ya sabes, con eso de recoger las caquitas… - Si, es que menudo asquito! - De verdad que yo no puedo, así que lo que hago es poner una hoja de lechuga encima de la caquita, que así no huele y queda mucho más vistoso! - Huy! Pues no se me había ocurrido, tendré que probarlo…
Yo de verdad que no se si es que la gente se echa droja en el cola cao o qué, pero perderé mis horas buscando estudios de la Urrutxurtu High School of Caquitas de perrita relacionados con el archifamoso eau de lechugué. Además me surgen dudas, esta mujer sale sólo con una hoja de lechuga en el bolsillo de la chaqueta, o se lleva la iceberg en el bolso? Valdrá una escarola? Lo que si está claro es que vistosa si que queda la mierdecilla de perro con su hoja de lechuga viento en popa cual velero de Unai Basurko surcando los mares!
Yo de verdad que cada día me asusto más con las demenciales ocurrencias de la gente, en fin, oír para creer…
