Imagino que todo el mundo espera una de esas entradas cargadas de nostalgia en las que mi síndrome de eterno Peter Pan me hagan dejarme llevar por los recuerdos y acabe diciendo que a pesar de todo sigo llevando dentro de mí a ese quinceañero que vibraba al ritmo del High Voltage.
Fue una noche grande, enorme, inmensa, de las que llevas una vida esperando y ya piensas que no vas a vivir. Una noche para beber, recordar y seguir soñando, una noche en la que no tuvimos 15 años de nuevo, ni los quisimos tener ni tan siquiera por un solo momento. Si, recordamos mil y una anécdotas, las primeras canciones, el rock, las primeras, segundas y terceras borracheras, las primeras veces de absolutamente todo lo imaginable, hablamos de sueños y realidades, de que era a lo que aspirábamos, de donde estamos y de donde queremos llegar, de cómo seguir haciendo camino, y de cómo en el fondo no hemos dejado de ser nosotros mismos. Realmente nos dimos cuenta de que habíamos crecido, y habíamos crecido como nosotros lo habíamos decidido, habíamos errado y acertado, y seguro que no por partes iguales, pero hemos sido los dueños de nuestras propias decisiones, y lo seguiremos siendo porque hemos luchado por ello.
Y llegó la hora, y llegó el calor, y llegaron acordes que nos hicieron volver a sentir las mismas ansias de libertad que nos han ido empujando golpe a golpe y verso a verso para construir nuestro peculiar camino. Sinceramente no se que pasó por la cabeza de cada uno de nosotros al oír cada una de las canciones que han marcado y marcarán muchos de los momentos más importantes de nuestra vida. Muchos recuerdos y nuevas perspectivas fueron bombardeando nuestras cabezas mientras desgarrábamos hasta la última de nuestras cuerdas vocales, por momentos volví a verme junto a Sergio en mi cuarto con aquel bafle compartido por un bajo y una guitarra evadiéndonos de todo por el sueño juvenil de ser una gran banda de rock´n roll cuando sonó The Jack, volví a vernos en aquellas tardes de whiskey, música y humo al escuchar Let There Be Rock, recuerdos de cristales empañados, sudor y cuerpos desnudos con You Shock Me All Night Long, mil caídas y tropezones en las mismas piedras para volver a levantarme y resurgir de la nada en un eterno Back in Black… Y cuando comenzaron a sonar los acordes del Highway to Hell, sólo quedó soñar, seguir pensando en todo ese camino que me queda por andar, y en que hay que disfrutarlo hasta el último de sus suspiros, ya que el final es lo único cierto de esta vida, de esta autopista hacia el infierno.
Y no, no quise volver a tener 15 años, el tiempo me ha enseñado a crecer y mantener siempre el cofre de los sueños bien lleno, y va siendo hora de abrirlo de nuevo, sólo por seguir avanzando, y seguir creciendo, así que prepárense todos, porque he vuelto, y he vuelto de negro.
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