Volando, así han pasado estos días de desconexión en Burdeos. Es increíble la facilidad con la que colocamos el modo off en nuestra cabeza en lo que respecta a las preocupaciones cotidianas y nos dedicamos simplemente a disfrutar.
Debo decir, siendo sincero, que hacía tiempo que no me reía tanto, yo de verdad que pensaba que era imposible, pero una vez más hemos demostrado que la estupidez humana no tiene límites, o al menos nosotros aún no hemos encontrado los nuestros.
Quedarán para el recuerdo pintas de cervezas variopintas, de kronenburg de fresa, botellas de vino, timbas de póker, el patatoner, el kebayuno, las gigalenas, las megachofas, Aingeru hablando en alemán absolutamente con todo el mundo (Ja?), el conejito feloz, steve maister, las risas que nos echamos con jim curry, actor protagonista sin duda de los fragel, no creo que nadie olvide el baile del elefante y mucho menos el del urogallo… en fin, que cuatro días dan para mucho, sobre todo con buenos amigos, dándonos cuenta de que no somos ni los más guapos, ni los más majos, probablemente sí los más raros, pero disfrutando de esas rarezas que nos hacen especiales, sin importarnos nada lo que lxs demás puedan pensar.
Burdeos por lo demás quedó allí como siempre, brillante los días de sol y algo gris y fría los días de lluvia, con las orillas del Garona invitando a interminables paseos, con sus calles repletas de gente en las que perderse sin rumbo fijo, con las infinitas vistas desde la torre de la catedral (y las infinitas agujetas de quienes suben allí), con sus terrazas, aromas, sabores…esperando a que volvamos a caminarla, sentirla, disfrutarla, entre carcajadas y risas, pero siempre a nuestra manera.
Debo decir, siendo sincero, que hacía tiempo que no me reía tanto, yo de verdad que pensaba que era imposible, pero una vez más hemos demostrado que la estupidez humana no tiene límites, o al menos nosotros aún no hemos encontrado los nuestros.
Quedarán para el recuerdo pintas de cervezas variopintas, de kronenburg de fresa, botellas de vino, timbas de póker, el patatoner, el kebayuno, las gigalenas, las megachofas, Aingeru hablando en alemán absolutamente con todo el mundo (Ja?), el conejito feloz, steve maister, las risas que nos echamos con jim curry, actor protagonista sin duda de los fragel, no creo que nadie olvide el baile del elefante y mucho menos el del urogallo… en fin, que cuatro días dan para mucho, sobre todo con buenos amigos, dándonos cuenta de que no somos ni los más guapos, ni los más majos, probablemente sí los más raros, pero disfrutando de esas rarezas que nos hacen especiales, sin importarnos nada lo que lxs demás puedan pensar.
Burdeos por lo demás quedó allí como siempre, brillante los días de sol y algo gris y fría los días de lluvia, con las orillas del Garona invitando a interminables paseos, con sus calles repletas de gente en las que perderse sin rumbo fijo, con las infinitas vistas desde la torre de la catedral (y las infinitas agujetas de quienes suben allí), con sus terrazas, aromas, sabores…esperando a que volvamos a caminarla, sentirla, disfrutarla, entre carcajadas y risas, pero siempre a nuestra manera.
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