Era mayo del 96 y era el día de las fiestas de nuestro colegio, ese año éramos los organizadores y nos tocaba el turno de música, las 5 y media de la tarde, subir el volumen de los equipos y, directo como una puñalada, comenzó a sonar "mamá le ha cortado la cabeza a papá" de los vómito, ni que decir tiene que fue la única canción que pusimos y que fuimos rapidamente desalojados de el que se suponía nuestro cometido, ya se sabe, aquello de la inmoralidad, del que pensaran los padres, etc.
Ayer, tras una tarde de tensiones en la carretera y sin plan ni rumbo fijo hasta última hora, 13 años después de aquello, en un recóndito barrio de Bilbao, esos acordes volvieron a soinar en directo poniéndome los pelos como escarpias y volviendome a hacer creer que de verdad este año está increiblemente empeñado en reconciliarme con mi pasado y con lo que he sido y nunca podré dejar de ser. Más allá de una noche rodeada de acordes desgarrados y katxis de kalimotxo, las horas pasaron entre charlas a corazón abierto y cabeza fría, bajo la atenta mirada de una luna que, escondida tras las nubes, seguro envidió nuestra amistad.
Ayer, tras una tarde de tensiones en la carretera y sin plan ni rumbo fijo hasta última hora, 13 años después de aquello, en un recóndito barrio de Bilbao, esos acordes volvieron a soinar en directo poniéndome los pelos como escarpias y volviendome a hacer creer que de verdad este año está increiblemente empeñado en reconciliarme con mi pasado y con lo que he sido y nunca podré dejar de ser. Más allá de una noche rodeada de acordes desgarrados y katxis de kalimotxo, las horas pasaron entre charlas a corazón abierto y cabeza fría, bajo la atenta mirada de una luna que, escondida tras las nubes, seguro envidió nuestra amistad.
0 comentarios:
Publicar un comentario