En estas épocas, en las que el buen tiempo anima, el sol golpea nuestros rostros y las mangas cortas nos llevan a pensar que puede que el mundo no sea un lugar tan terrorífico como suele aparentar ser, me doy cuenta de que incluso en mi cabeza va cambiando la banda sonora que acompaña cada uno de mis movimientos.
Cuando el invierno me agarrota, me amarga y me vuelve gris, las notas se vuelven duras, las letras agresivas y en mi cabeza no cesan de sonar canciones que pasan el día retorciendo corazones, sentimientos y neuronas.
En cambio, ahora, antes de que el calorcito del verano me traslade mediante suaves notas a playas paradisíacas y a sueños de revoluciones por ganar, aceleradas melodías preparan la transición, a golpe de guitarra y rock...
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