Por eso, yo aquí, en mi rinconcito, también tengo una pequeña esquina reservada para que, cuando ustedes quieran, puedan compartir las historias de quienes siento cerca, de aquellas personas que contribuyen, en mayor o menor medida, a crear mis historias.
Un frutero repleto de frutitas que intentan huir de la batidora, metáfora de vida y sueños compartidos, las dos líneas y el borrón de mi escudero y compañero de historias, sueños y realidades, la vida de una reina espartana escondida tras el título de una canción de Platero, el vuelo de una cometa que inunda el mundo de solidaridad y corazones abiertos, rincones para reflexionar y hacer, textos regalados para servirnos o incluso un pequeño rincón para dar placer al paladar, ya casi abandonado. Son pedacitos de las realidades de quienes escriben que me ayudan a comprender mejor mis propias realidades, y que necesitan ser compartidas.
Así que hoy, gozoso, puedo gritar bien alto que estoy orgulloso de poder compartir las ideas locas de quien, al otro lado del charco, ha vuelto a recuperar la pluma, contándonos como funcionan ella, su mundo, y el del resto, regalándonos, como no, pedacitos de su realidad.