Que cada cual tiene sus pequeñas costumbres y manías, es algo tan normal como el respirar o el tirarse pedos después de una buena alubiada, pero es que hay gente que, vamos a reconocerlo, se pasa un huevo y parte del otro.
Ya se sabe que hay gente que abre y cierra 17 veces las puertas o se acabará el mundo, personas que nunca cogen un ascensor e incluso a quien le gusta Justin Bieber, pero es que esta mañana en el metro ha sido un maravilloso espectáculo el que hemos disfrutado.
En una horrible mañana como la de hoy, uno llega, se sienta, se recoge en un rincón y, a falta de un buen libro, se enchufa a su reproductor musical con la esperanza de no despertarse roncando tras pasarse 8 paradas. y en esas anda uno, cuando se abre la puerta, y entra ELLA. No es ELLA la chica guapa, ni ELLA la divina, ni ningún tipo de ELLAs que se pueda la gente imaginar, es ELLA: LA RARA DE COJONES. Y es que entra en el vagón con sus tres paraguas chorreando bajo el brazo (que digo yo que como lo hace para ir por la calle con 3 paraguas…) y ya con el metro en marcha, los recoge, los pone en fila de pie ocupando un asiento, mientras se mantiene de pie, abre su megabolso y saca 3 bolsitas, se quita los guantes, el gorro y la bufanda, dobla los guantes como si fueran de seda y los guarda en una bolsa, dobla cuidadosamente el gorro y lo mete en otra bolsa, dobla la bufanda, e idem de idem. Realiza entonces 4 dobleces a cada una de sus mangas del jersey, ni tres ni cinco, cuatro, y cuando termina procede con igual sutileza con las de la camisa. Busca en la bolsa, saca un cepillo y limpia el asiento del metro en el que, tras colocar un pañuelo, apoya sus sagradas posaderas, coloca su bolso sobre las rodillas, abre el lateras, saca su libro electrónico y cuando lo enciende… - uy, Indautxu! me bajo aquí! Coge todo hecho un burruño y sale corriendo del metro, claro, como sólo ha tardado 7 paradas en sentarse…
En fin, cada loco con su tema…
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