Llevo toda la vida con la sensación de navegar en una barquita sin rumbo fijo, con remos casi desgastados, una vela llena de jirones y una brújula que nunca ha terminado de indicarme el norte.
Siempre en medio del mar, sin saber muy bien si el día siguiente me esperará una tormenta o una playa tropical como destino, y sin la necesidad de saberlo, simplemente dejando mi destino a merced del viento y las mareas.
Tal vez por eso me resulta extraña la sensación de saber donde quiero llegar, de tener la certeza de que mi brújula marca tu norte, de que las estrellas y la luna indican la senda que conduce a tus brazos. Tal vez por eso sólo deseo poder lanzar por la borda todos mis miedos y remar al ritmo que me marquen los latidos, sin miedo a las olas ni a las corrientes, contra viento y marea, pidiendo a la mar y a la noche que ninguna tormenta evite que pueda abrazarme a tu puerto y lanzarme al abordaje de tus besos y tus miradas, deseando que, tarde o temprano, me permitas naufragar en el inmenso mar de tu corazón…
0 comentarios:
Publicar un comentario