La dueña de las llaves

Es curioso ver como, sin querer queriendo, como una suave brisa que imperceptible acaricia un rostro junto al mar, has ido abriendo un camino que se suponía cerrado, que se suponía desierto y en el que ya no existía la esperanza.

Deshacer el daño pasado, acariciar las heridas y pasar por encima de las cicatrices, saltando un muro con cada mirada, desatando un nudo con cada caricia, rompiendo barrotes y cadenas con cada beso, abriendo los candados con cada abrazo eterno.

Conseguir que vuelvan los latidos al páramo de mi pecho, que vuelvan las sonrisas estúpidas, el brillo a los ojos, es sin duda tarea sólo dispuesta para la dueña de unas llaves, que ya creía perdidas…