Así cosía asi asi...

Palabras, solo palabras...

Cuando la oscuridad se hace más profunda, y la fría soledad de las noches es de la que se siente más dentro que fuera, es más fácil que la locura envuelva las yemas de los dedos y las teclas sean testigos mudos de cómo palabras y sentimientos se entremezclan esculpiendo los retazos de almas rotas.

Palabras que tratan de echar sal sobre heridas que sólo el tiempo cura, palabras que calman a los corazones angustiados en busca de improbables respuestas ante desesperadas preguntas.

Palabras que hoy no brotan, palabras que se agotan, palabras que no fluyen, ni sienten, ni expresan, palabras que temen propiciar latidos y remover recuerdos. Palabras que se asustan de hablar del futuro que ya no será, del que yo soñé y tu temiste, del que no consiguió construir un nosotros. Palabras que tiemblan al pensar que con el último adiós llegó el hasta pronto de tus ojos y el hasta siempre de tus labios. Palabras que temen retratar mis miedos y fragilidades, palabras que no desean recoger hoy los pedazos de mi roto corazón de cristal.

Palabras, sólo palabras, que volverán a visitarme en mis noches oscuras, para recordar tu ausencia y volver a soñarte, y volver a nuestra trinchera, aunque sólo sea en sueños, aunque sólo sean palabras…

No justice, no peace... fuck the police!!!

Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir...

Poner charco de por medio...

Y es que cuando parece que todo se satura las personas tendemos a poner tierra de por medio entre nuestra realidad y nuestros problemas y, en este caso, y aunque sea mentalmente, he descubierto que para frenar mi montaña rusa, más que tierra, necesitaba poner un charco.

Un freno a las cicatrices del día a día en forma de dos billetes de avión al otro lado del charco es más que suficiente para que la cabeza, al menos durante unas horas, se dedique a volar lejos, y comience a soñar los caminos que han de ser andados, a imaginar los paisajes que han de ser devorados por los ojos de dos niños grandes de esos que se negarán a crecer si ello implica perder la ilusión.

Dejar volar la mente, dejar que escuche el tango penetrar por tus oídos, que sienta el aroma de los asados, de las empanadas, que saboree el dulce de leche. Dejar que vuele hasta imaginar tardes de mate y reencuentros, noches de sonrisas sinceras bañadas en Quilmes.

Volar, a fin de cuentas, allá donde el sueño se torna camino, para una vez de vuelta a la realidad, poder seguir tratando de caminar en busca de mis sueños.

Hay días...

En los que unx anda perdido sin rumbo, norte, ni dirección...

Días de circo...

De locura, de color, de luces y espectáculo. Días de payasos pidiendo el voto, de esos que no hacen ni puñetera gracia, de los que se creen que el circo es suyo y aún no se han enterado de que el público se ha marchado a otra carpa. Días de domadores desesperados y de fieras indomables, rebeldes y reveladas contra ellos. Días de malabaristas musicales que ponen notas de color a los equilibristas de la vida y el corazón. Días de magia, de sonrisas que convierten en 24 horas de sol lo que estaban siendo días de oscuridad. Días, de narices rojas, sonrisas sinceras, lágrimas amargas, de acrobacias en la cuerda floja, de caídas con y sin red, días de un espectáculo que, en todos los frentes, debe continuar…

La teoría del embudo

Que las personas somos seres limitados en todos los aspectos excepto en nuestra capacidad de soñar y en nuestra estupidez es algo evidente. Tenemos vías de escape limitadas y debemos ser conscientes de ello para poder canalizar el flujo de nuestros sentimientos y pensamientos para evitar que se atasquen, sobre todo, cuando estos son negativos.

Porque si bien nuestra capacidad de angustiarnos y llenarnos de problemas más o menos pequeños es enorme, todo lo contrario ocurre con nuestra capacidad para quitárnoslos de encima y seguir avanzando. Y pasa, que cuando la cabeza trata de encontrar salidas y caminos para tirar pa´lante, pero se encuentra con demasiadas cosas negativas tratando de salir al mismo tiempo por un minúsculo agujero, al final termina por no salir ninguna. Y no sólo no sale ninguna, sino que chocan entre ellas y las unas se nutren de las otras, y lo que eran pequeñas cosas terminan por formar una bola gigante que si que es imposible que salga por ningún lado si no es estallando.

Así que nada, a pesar de estar atascado, confiaremos en abrir un poco el agujero, no vaya a ser que al final salpique…

Yo me indigno...

Tu te indignas

El/Ella se indigna

Nosotrxs nos indignamos

Vosotrxs os indignais

Ellxs se indignan

Noches de pesadillas...

Cualquiera que me conozca, aunque sea sólo un poquito, sabe perfectamente que soy un soñador empedernido, eso sí, de los de soñar con ojos abiertos, de los de perder la mente mientras está bien despierto en sus propios mundos, volando lo más lejos posible de la realidad.

De los otros sueños, los de las noches oscuras entre sábanas y almohadas, por norma general no tengo recuerdo alguno. No suelo poder por lo tanto entrar en una espiral interpretativa del devenir de mi vida en base a lo que pasa por mi saturada cabecita una vez que se oculta el sol y los grillos cantan su estruendosa serenata. No suelo recordar, la verdad, no mucho ni poco, sino más bien nada, de lo que pasa por mi cabeza mientras me visita Morfeo, con una única excepción, las pesadillas.

Porque como con todo en la vida, parece que los sueños normales pasan inadvertidos mientras que nuestra mente tiende a retener esas imágenes que te han hecho sudar, palpitar, estremecerte e incluso sufrir. Y las recuerdas porque a pesar de ser pasajeras, no puedes evitar despertarte sobresaltado por tus temores, sabiendo a ciencia cierta, que aquello que perturba tus noches no es más que un reflejo de los miedos que oscurecen tus días…

Dormir temprano

Hay días en los que lo único que me apetece es dormir temprano



para poder soñate más tiempo...

Kamikaze sentimental

Kamikaze sentimental, o, como bien me he definido otras veces, suicida emocional. Y es que lo siento, pero soy así, no puedo resistirme a la necesidad de dar el mil por mil en cada latido sin saber que es lo que pueda venir en el segundo siguiente.

Tal vez sea porque a pesar de poner el corazón a hacer puenting sin ni tan siquiera saber si alguien va a sujetar la cuerda a la que lo ato, se que en el fondo siempre tengo una red enorme que, aún con magulladuras, arañazos y moratones, lo va a terminar devolviendo a su sitio en un estado más o menos aceptable, listo para un nuevo salto.

Tal vez por eso, o tal vez porque quiero creer que, por una vez, alguien sujetará la maldita cuerda, o, incluso, ya puestos a pedir, pondrá su corazón al otro lado para que entre los dos creen la balanza perfecta en la cual el uno sin el otro se vaya al carajo.

O tal vez, sin más, sea que soy incapaz de vivir a medias, de sentir a poquitos, de jugar a la ruleta sin poner todas las fichas sobre la mesa, tal vez sea, que el día que la vida me de una mano ganadora, quiero que sea la más grande, por mucho que mientras tanto no quede otra que, tiritas, alcohol, y maldecir mi mala suerte…

Low battery

Ganas de gritar

Sentarse en un lugar tranquilo, relajado, alejado de cualquier muestra de esa humanidad que cada día entiendes menos y te angustia más, sentarse, sin los brazos cruzados, cerrar los ojos, y los puños, que se concentre toda la rabia, darse un segundo para tomar aire profundamente, y soltar en una sonora explosión toda la tensión que llevas acumulando durante días y días y días, sin que después nada ni nadie te perturbe, desgarrar el alma con la única intención de expulsar la rabia acumulada, las inseguridades, las preguntas sin respuesta, las respuestas sin pregunta, las angustias, las ansiedades, los porqués, con la única intención de sentirte medianamente libre de toda la presión aunque sólo sea por un mísero momento.

Eso, eso es lo que necesito.

Pompas de jabon

Últimamente, siento que los momentos importantes cada vez se parecen más a una pompa de jabón, son tan extremadamente bellos como extremadamente frágiles, y cuando conseguimos tenerlos entre nuestras manos no sabemos cuanto tiempo van a durar allí.

La cuestión es que nos pasamos tanto tiempo intentando hacer esas pompas que tal vez no dediquemos el suficiente a apreciar cada uno de esos bellos momentos tal y como se merece, tal vez, y sólo tal vez, veamos pasar nuestras vivencias como algo pasajero con la única intención de crear nuevos momentos sin saber apreciar que cada uno de ellos es único e irrepetible.

Y así andamos, explotando pompas, sin apreciar sus colores, sin disfrutarlas como únicas, sin querer reconocer que cada una es irrepetible, que cada sonrisa con los amigos, que cada broma, que cada mirada, que cada latido, que cada momento que vamos viviendo conforman la gran pompa de jabón que al fin y al cabo es la vida, y que el día que explote tan sólo nos quedará el recuerdo de esos pequeños momentos irrepetibles vividos...

PD. Para pompa irrepetible la del perro de Fukushima, que miedito daba por diox... xDDD

Parad el Dragon Khan!

A ver si algo de música sirve para calmar la montaña rusa emocional que tengo encima, que me estoy empezando a marear y todo...

La tactica del avestruz

Es simple, sólo hay que esconder la cabeza bajo la tierra y esperar a que escampe, pensando ingenuamente que cuando se vuelva a levantar la mirada los problemas se habrán esfumado, que se los habrá llevado el viento y unx podrá seguir con su devenir por la vida sin inmutarse.

Tan sólo hay una pequeña pega, créanme, no funciona. Es más, no sólo no funciona, sino que si funcionase la vida sería realmente aburrida, no aprenderíamos absolutamente nada de las situaciones que debemos afrontar y las personas seríamos, si cabe, aún más cobardes de lo que por naturaleza somos.

Por que los problemas a veces tienen solución, y a veces no, y hay veces que puede que incluso sólo quede esperar a que el tiempo repare lo que las personas no somos capaces de reparar, y hay veces también que las cosas se reparan sólo con un poco de voluntad, e incluso hay veces, por norma general las menos, en las que no hay ninguna solución posible y el hecho de que no haya solución es la solución en sí misma.

Así que por mucho que ahora apetezca meterse bajo tierra y olvidar que el mundo existe y que muchas más veces de las que nos gustaría el gris tapa el resto de los colores, me temo que es más sensato sentarse, mirar alrededor y tratar de que por una vez, mi bendita mala suerte, deje de jugarme malas pasadas…

Hay veces...

... que una canción se te mete en la cabeza y dice mucho más de lo que tus dedos puedan escribir en un teclado...

Begirada bat ta ezin dut gehiago ez...
irribarre bat ta ondatuta nago...
Orain maitasunaren kalean
oinez inongo norabide gabe.

Ez naiz ni hitz ederrekin trebea;
ez dizut ilargia gaur ekarriko.
Baina gauza bat argi izan ezazu,begiratu zaidazu
ahaztezina izango dela.

Ez naiz zure printze urdina izango
muxu batez esnatuko zaituena.
Ez zaitez nire albotik urrundu
ahaztezina izango dela.

Une guztiek abesti bat daukate,
garai hobe bateko oroitzapena.
Zure ezpainetara iristen banaiz
ziur kantu hau ahaztuko ez duzula...

Bakarrik sentitzen naizen
une latz gogorretan,
zure aurpegia oroitzen
guztia sendatzen da.

Por ser yo...

Por ser ateo convencido nunca creí en la existencia de la justicia divina, simplemente siempre trate de ser justo con quien me rodea y confié en que finalmente en algún momento el mundo sería justo conmigo, aunque no fuera así.

Por ser escéptico nunca terminé de creer en el destino, sino que dediqué mi tiempo a buscar y crear mi propio destino, aunque él a veces fuera cruel e injusto, aunque se alejara de mí y de mis anhelos, no paré de buscarlo y perseguirlo.

Por ser soñador empedernido nunca creí en la conformidad y siempre traté de jugar la partida para ganarla, pidiendo incluso carta con 20 para conseguir el Black jack, prefiriendo siempre perder la partida antes que seguir jugando con una mano cualquiera, aunque ello implicase quedarse sin blanca.

Por ser consciente de que sólo hay una vida nunca quise reservar ni un sólo latido, ni un solo suspiro, nunca quise permitir que pudiera llegar el momento en el que arrepentirme de no haberte vivido con intensidad, aunque ello pudiera llegar a asustarte, aunque pudiera llegar a perderte.

Por ser viajero con ojos de niño seguiré poniendo mis pies uno delante de otro sin dirección ni rumbo, sabiendo que el viaje es único e irrepetible, pidiendo a las estrellas que podamos volver a compartir el camino con mochilas llenas se sueños y vacías de miedos, aunque ello desvele mis noches y las llene de oscuridad, aunque la soledad toque de nuevo mi puerta, aunque yo vaya a abrirle en la esperanza de que en su lugar a parezcan tus ojos...

Creo que voy a necesitar...

... alcohol, tiritas y algo de mercromina...