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viernes, 15 de marzo de 2013

Cuento de viernes

Llega el viernes, y a pesar de que todo el mundo esté como loco por escucharme hablar del por qué no aparecí yo en el balcón vaticano tras la fumata blanca enfundado en una túnica rosa envestido como nuevo papa Priscilla I, para este finde casi prefiero olvidarme de amigos de dictaduras que predican hipocresía ante ávidos consumidores de miedos y testamentos, y dedicarme a regalaros una pequeña historia de esas que sin ser mías me gusta compartir.

Así que hoy prefiero regalaros un pequeño cuento, de Jorge Bucay, de sus cuentos para pensar, porque el fin de semana está para degustarlo, sin fumatas ni dioses que se interpongan. Se me cuiden…


EL MAESTRO SUFI

El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...

- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.

- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo

- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?

- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.

- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...

- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...

- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...

- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...

- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada

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