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lunes, 29 de noviembre de 2010

Hilos invisibles

Por mucho que cueste ponérsela a veces, el sentirte rodeado de gente increíble que teje una enorme red de hilos invisibles para evitar que puedas llegar a caer cuando tropiezas, bien merece el intento. No tenéis precio de verdad…


Aún así, disculpen que hoy no deje correr la tinta ni la pluma se explaye, estoy helado, por fuera, y por dentro… aunque con vosotrxs cerca, prometo que mañana me como la vida a bocaos!


domingo, 28 de noviembre de 2010

Respuestas sin preguntas

Normalmente, cuando algo o alguien duele, solemos tener la mala costumbre de llenarlo todo de preguntas para las que, en la mayoría de los casos no tenemos ni queremos tener respuesta. En mi caso particular voy regando las noches con un río de porqués que evidentemente se diluyen sin una palabra para responderlos.

Y ya basta, porque muchas veces nos llenamos la cabeza y exprimimos el corazón con preguntas sin respuesta sin darnos cuenta de estar rodeados de respuestas sin pregunta. Perdemos el tiempo y las lágrimas buscando caminos mientras a nuestro alrededor la gente que nos quiere se dedica a ponernos una alfombra roja para evitar que sigamos tropezando ahora que ya estamos heridos. Mi frutero, mi hermano no de sangre, al menos suya, de la habitación de al lado, los amigos que desde miles de kilómetros sienten tu estremecimiento y te dicen que te levantes, quienes te escuchan y te abrazan sin pedirlo e incluso se preguntan también los porqués…todxs ellxs, todxs vosotrxs, sois las respuestas en los días en los que se me acaban incluso las preguntas.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Se me había olvidado....

...cuanto dolía....

viernes, 26 de noviembre de 2010

Por detrás del telón

Que la vida al fin y al cabo no es más que una obra de teatro con guión incierto y actores y actrices de contrato temporalmente indefinido por las circunstancias, es algo que siempre he tenido meridianamente claro.

Lo curioso de la obra personal de cada uno, es que toma una dimensión enorme porque se encuentra en una interacción casi constante con las obras de los personajes que te rodean, lo que en el fondo apenas permite que dispongas de algunos momentos detrás del telón, entre tramoyistas, máscaras y disfraces, para poder ser tu mismo sin temer que tu personaje influya en los guiones que el resto desarrollan.

Son esos los momentos para dejar volar los sueños en cualquier dirección, sin cadenas ni barrotes, sin cortapisas de ningún tipo; son los momentos de permitirse abrirle la puerta al corazón sin miedo a las cicatrices, de permitirle correr desbocado antes de volver a guardarlo bajo llave; son los momentos de desatascar las cañerías emocionales, de reír y llorar con uno mismo sin dar explicaciones; son momentos de imaginar y escribir los guiones que posiblemente nunca serán pero que necesitan ser cuanto menos soñados antes de desvanecerse en la nada del olvido; son momentos, cuanto menos, de bailar por detrás del telón…



jueves, 25 de noviembre de 2010

Cada vez...

Cada vez que te sientes superior a ella, cada vez que le miras con desprecio, cada vez que la tomas como si fuera de tu propiedad, cada vez que le levantas la voz, cada vez que le tratas como si fuera un objeto o un trozo de carne, cada vez que crees demostrar que eres tu quien manda, cada vez que le menoscabas, cada vez que menosprecias su trabajo, cada vez que te crees muy hombre por currar 8 horas mientras ella “sólo” se parte la espalda por ti, cada vez que le dices que ella no entiende de esas cosas, cada vez que desprecias su sensibilidad y trato humano, cada vez que le intentas poner en ridículo, cada vez que te crees que papá es superman y mamá la que limpia y cocina, cada vez que le haces derramar una lágrima, cada vez que no le haces sentirse querida, cada vez que le levantas la mano...

Cada vez, todas y cada una de ellas, dejas de ser un hombre.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un dos tres... responda otra vez!

Otra vez miércoles, otra vez sopor, otra vez lluvia, otra vez otoño… y otra vez, al igual que cada día, un pequeño esfuerzo para ponerse una sonrisa para que el mundo sea un poquito menos feo, aunque claro, pensándolo bien, siempre hay una buena razón para sonreír, así que como si de una Mayra Gómez Kemp con perilla se tratase, me formulo a mi mismo: por un céntimo de maravedí bulbabo nombre razones para sonreír un triste miércoles de otoño, como, por ejemplo, que queda menos para el fin de semana, un dos tres, responda otra vez!

Que queda menos para el fin de semana. Que ahora no llueve. Que en casa tenemos narices de payaso. Que seríamos unos payasos aunque no tuviéramos narices. Que este fin de semana estaré dando guerra con mi maravilloso grupo de hombres por la igualdad. Que en el gym han comprado un saco para que me desfogue a base de puñetazos y patadas. Que no puedo contar mis amigxs con los dedos de las manos y los pies juntos. Que ayer no sufrí el odioso sonido del cuco. Que estoy mejor que ayer pero peor que mañana. Que tengo en la cabeza mil y un sueños que cumplir. Que pienso cumplirlos todos y cada uno de ellos. Que antes de cerrar mis ojos por la noche siento como si los tuyos me arropasen…

Y todo esto, sin oír la voz de las supertacañonas, no se si me llevaré el piso en Torrevieja o si terminaré convertido en calabaza, pero visto lo visto lo que no tengo son razones para quitarme la sonrisa, aunque sea miércoles, aunque sea otoño…

martes, 23 de noviembre de 2010

Muy deficiente

Esa era la nota media que yo solía obtener en mis evaluaciones de lengua castellana durante mis últimos años de estudio. Si mal no recuerdo fue también la primera asignatura que suspendí, con la curiosidad añadida de que no se valoraba el uso de la lengua que el alumnado hacía sino un análisis de un texto dentro de unos baremos establecidos vaya usted a saber por quien.

¿Que a que viene esto? Pues esto viene a que, con el paso de los años, no sólo a mi entender sino al de algunas otras personas, resulta que tengo un buen uso de la lengua (y también de la española) y hay quien incluso confía en mis criterios y correcciones. Esto demuestra que no sirve de nada, en absoluto, lo que a lo largo de años y años nos intentan meter en nuestras alocadas cabezas adolescentes.

Nunca en la vida real hemos necesitado descifrar una derivada para comprar el pan ni ha sido necesario desarrollar un logaritmo neperiano para freír un huevo. Ese huevo es exactamente el mismo que nos han importado los afluentes del Guadiana, los reyes visigodos o las declinaciones en latín.

Sales de tu centro educativo con mil conocimientos pero sin educación alguna, sabes lo que es la pillow lava antes de aprender a cocer un plato de pasta, y la vida termina convirtiéndote en un físico cuántico incapaz de plancharse una camisa; nos dedicamos a prepararnos para estar al servicio de las empresas y la sociedad de consumo sin prepararnos para afrontar nuestras propias vidas y, lo que es más grave, no nos damos cuenta del engaño.

Así que no se preocupen ustedes si tuvieron muy deficientes, si no se aprendieron las capitales de la Micronesia o si no recuerdan el peso atómico del rubidio, al fin y al cabo, su sobresaliente estupidez no es más que la muy deficiente aptitud de desarrollo humano de sus productos creados.

PD. Realmente yo hoy iba a hablar de cómo el odioso sonido del cuco me arranca de las más dulces trincheras, en fin, esa será otra historia… ;-)

lunes, 22 de noviembre de 2010

La soledad de los días oscuros

Hay que reconocer que en ocasiones se vuelven imposibles las frías y lluviosas tardes de otoño, por más que lo intentemos, ni tan siquiera casi poder sentir aún el calor de los abrazos y el sabor de los besos es suficiente para calmar la gélida oscuridad que te rodea.

Son días en los que las cicatrices vuelven a doler y sientes como se desvanece el equilibrio que tanto te ha costado encontrar. No puedes evitar pasar las horas deseando que tus pensamientos y tus latidos se dirijan en la misma dirección mientras te invade la ansiedad de no saber como romper los barrotes de un corazón que casi no recuerda cuando fue enjaulado, cuando decidió tirar la toalla y cerrar los ojos por no volver a sentir el dolor y la ausencia.

Son días en que cada gota de lluvia se refleja en el espejo de tu retina tratando de sudar ese veneno que sin saber por qué una y otra vez vuelve a corroerte, tratando de apartar esa soledad que te regala su beso y te presta una mano cuyo sendero tan bien conoces.

Son días de lluvia, papel y pluma, de versos oscuros que reconfortan el alma, que escupen palabras que muerden las lunas que ya no dibujas, que pintan poemas con sueños perdidos entre manos y sábanas las noches que no hay frío ni miedo, ni más estrellas que esas pupilas…

Son días que pasan, y amanece, y sigue lloviendo…

jueves, 18 de noviembre de 2010

Y van 600...

Y es que ya empieza a ser un número importante oiga, que la idea era soltar un poco de adrenalina por los dedos, plasmar algún que otro recuerdo y, como con casi todo en esta vida, dejarlo al de cuatro días por aburrimiento.

Pero no, se fue de las manos, el engendro tomó vida propia y se ha terminado por convertir en un diario de a bordo de locuras y sueños, en un extraordinario mapa de sentimientos, mezcla de recuerdos y noches oscuras, en un interminable relato en el que se confunden las palabras con los latidos y en los que hay más corazón que cabeza.

Y se fue de las manos porque siempre ha habido ahí alguien que estaba dispuesto a leer, a compartir, a sentir mis historias un poquito suyas. Siempre habéis estado ahí siendo los oídos que mi corazón y mi cabeza necesitan, la normalmente silenciosa compañía que como una sombra agarra tu mano en el camino.

Durante ya casi 4 años y a lo largo de estos 600 retazos de mi realidad hemos viajado juntos, hemos sufrido mil y una peripecias, hemos bebido, reído, cantado y sobre todo soñado. A nuestra manera hemos sufrido y hemos hablado del amor mucho más de lo que lo hemos sentido. Hemos crecido, hemos luchado y hemos pataleado, y con todo, nunca nos hemos rendido.

Así que hoy es día de brindis por 600 historias locas y por muchxs amigxs, anónimxs y conocidxs, a uno y otro lado del charco, en norte y sur, es un brindis por mis oídos silenciosos, es un brindis por seguir compartiendo con vosotrxs, siempre que pueda, un pedacito de mis realidades, sueños y noches oscuras.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Bichobola

Existen días de esos en los que lo único que a unx le apetece es hacerse bichobola, meterse debajo de una manta y desear que llegue la noche y dé paso a un nuevo amanecer en el que desaparezcan las malas sensaciones.

Son los días que el gris de las nubes es más gris, que el agua moja más de lo habitual, que no sólo se empapa la ropa, sino que el frío y la humedad calan hasta lo más hondo del alma y los pensamientos.

Yo siempre pienso que aún así hay que ponerse lo primero la sonrisa, por mucho que cueste, que no hace falta convertir el gris que unx tiene en una enfermedad contagiosa. Una vez puesta la peor de tus sonrisas sólo te queda pensar que en el fondo necesitas tener un día oscuro y gris para saber apreciar mejor todas aquellas cosas y personas que consiguen que el resto de tus días estén iluminados por otros mil colores.

Así que ruego que hoy me perdonen, que no me lo tengan en cuenta si me notan falto de chispa, que yo prometo que, aunque hoy sea bichobola, mañana me enciendo de nuevo…