Esa era la nota media que yo solía obtener en mis evaluaciones de lengua castellana durante mis últimos años de estudio. Si mal no recuerdo fue también la primera asignatura que suspendí, con la curiosidad añadida de que no se valoraba el uso de la lengua que el alumnado hacía sino un análisis de un texto dentro de unos baremos establecidos vaya usted a saber por quien.
¿Que a que viene esto? Pues esto viene a que, con el paso de los años, no sólo a mi entender sino al de algunas otras personas, resulta que tengo un buen uso de la lengua (y también de la española) y hay quien incluso confía en mis criterios y correcciones. Esto demuestra que no sirve de nada, en absoluto, lo que a lo largo de años y años nos intentan meter en nuestras alocadas cabezas adolescentes.
Nunca en la vida real hemos necesitado descifrar una derivada para comprar el pan ni ha sido necesario desarrollar un logaritmo neperiano para freír un huevo. Ese huevo es exactamente el mismo que nos han importado los afluentes del Guadiana, los reyes visigodos o las declinaciones en latín.
Sales de tu centro educativo con mil conocimientos pero sin educación alguna, sabes lo que es la pillow lava antes de aprender a cocer un plato de pasta, y la vida termina convirtiéndote en un físico cuántico incapaz de plancharse una camisa; nos dedicamos a prepararnos para estar al servicio de las empresas y la sociedad de consumo sin prepararnos para afrontar nuestras propias vidas y, lo que es más grave, no nos damos cuenta del engaño.
Así que no se preocupen ustedes si tuvieron muy deficientes, si no se aprendieron las capitales de la Micronesia o si no recuerdan el peso atómico del rubidio, al fin y al cabo, su sobresaliente estupidez no es más que la muy deficiente aptitud de desarrollo humano de sus productos creados.
PD. Realmente yo hoy iba a hablar de cómo el odioso sonido del cuco me arranca de las más dulces trincheras, en fin, esa será otra historia… ;-)
¿Que a que viene esto? Pues esto viene a que, con el paso de los años, no sólo a mi entender sino al de algunas otras personas, resulta que tengo un buen uso de la lengua (y también de la española) y hay quien incluso confía en mis criterios y correcciones. Esto demuestra que no sirve de nada, en absoluto, lo que a lo largo de años y años nos intentan meter en nuestras alocadas cabezas adolescentes.
Nunca en la vida real hemos necesitado descifrar una derivada para comprar el pan ni ha sido necesario desarrollar un logaritmo neperiano para freír un huevo. Ese huevo es exactamente el mismo que nos han importado los afluentes del Guadiana, los reyes visigodos o las declinaciones en latín.
Sales de tu centro educativo con mil conocimientos pero sin educación alguna, sabes lo que es la pillow lava antes de aprender a cocer un plato de pasta, y la vida termina convirtiéndote en un físico cuántico incapaz de plancharse una camisa; nos dedicamos a prepararnos para estar al servicio de las empresas y la sociedad de consumo sin prepararnos para afrontar nuestras propias vidas y, lo que es más grave, no nos damos cuenta del engaño.
Así que no se preocupen ustedes si tuvieron muy deficientes, si no se aprendieron las capitales de la Micronesia o si no recuerdan el peso atómico del rubidio, al fin y al cabo, su sobresaliente estupidez no es más que la muy deficiente aptitud de desarrollo humano de sus productos creados.
PD. Realmente yo hoy iba a hablar de cómo el odioso sonido del cuco me arranca de las más dulces trincheras, en fin, esa será otra historia… ;-)
3 comentarios:
Que no hombre, que el sonido del cuco no es odioso, tan sólo es "cucú, cucú... cucú, cucú"...
Si lo odioso no es el sonido, lo odioso es que me haga abrir los ojos cuando estoy soñando... xD
> (...)y la vida termina convirtiéndote en un físico cuántico incapaz de plancharse una camisa(...)
¡a mi me lo vas a decir...!
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