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martes, 21 de octubre de 2008

Impaciencia

Sinceramente, no entiendo que nos pasa a las personas, que a pesar de haber podido sobrevivir siempre sin hacer ciertas cosas, el día que descubrimos la novedad tenemos que ir hacia ella como un elefante en una cacharrería, sin control ni modearción alguna, a toda prisa.

Desde muy críos aún sin saber tan siquiera gatear, ya estamos trepando por la cuna para conseguir el evidente primer chichón, poco depués aún no te han enseñado a andar y ya estás deseando correr, más tarde te enseñan a montar en bibi y el tercer día ya tienes las rodillas llenas de mercromina por emular a Marino Lejarreta bajando el Tourmalet.

Con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que esa impaciencia por hacer las cosas envuelve todos los aspectos de tu vida, como todo lo haces corriendo, tus relaciones personales no son normales, con tus amigos de la adolescencia todo tienes que hacerlo siempre a lo bestia, sólo vale el todos para uno y el unos para todos y el que se descuelga es un rajao. En vez de tomarte tu primera cerveza directamente te coges pu primer borracherón porque previamente, antes de saber ni tragar el humo ya te fumaste cientos de cigarrillos, y así vas a tu primer porro, justo 10 días antes de tu primer tripi y 20 antes de cualquier mezcla psicotrópica que se pueda imaginar.

Con las chicas, evidentemente, es mucho peor, en tu primera cita tu ya estás lanzado al primer beso, en el primer beso tratas de tocar tu primera teta y el día que tocas teta acabas en urgencias pidiendo la pastilla del día después.

Cualquiera pensaría que con la llegada a la edad adulta todo mejora, pero nada más lejos de la realidad, a ti te cuelgan una L pero Fernando Alonso ni se puede comparar contigo, el primer día de universidad por supuesto das por hecho que vas muy por delante de tus profesores, las noches de viernes comienzan a terminar los mediodías del domingo, las chicas pasan por tu vida a tal velocidad que no sabes a cual quisiste y a cual odiaste, un día estás poniendo una pegatina de no a la guerra en una papelera y al día siguiente estás lanzando adoquines en una manifestación antiglobalización a dos mil kilómetros de tu casa...

Luego parece que todo termina, pero llegan los trabajos y las responsabilidades, y tu crees que puedes saltar de becario a jefe de departamento en tres cuartos de hora, vives con tus padres pero ingenuamente piensas poder pagar una hipoteca, como no puedes pagarla vas corriendo con tus amigos a vivir de alquiler porque necesitas volar, y necesitas volar ya.

Y así, el día menos pensado, te viene a la cabeza la idea de que todo lo hacemos deprisa y corriendo, sin pensar ni reflexionar, pero en vez de darle vueltas a la idea para madurarla un poco te pones a teclear como un poseso el enorme bombardeo de ideas que van fluyendo por tu cabecita, y lo que era una pobre idea que rondaba tu cabeza termina siendo un frenético post perdido en el ciberespacio.

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