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domingo, 5 de octubre de 2008

La cajita de los sueños

Tal vez fue la falta de alcohol, la fría noche de San Miguel que heló mi corazón, el tener las cosas cada día más claras o las metas fijadas de antemano y tener bien clarito que no habrá obstáculo que esta vez se interponga entre mi utopía y yo. Tal vez fuera algo de eso o un poco de todo porque hace ya muchas noches que deje de creer en las casualidades, y menos en las que responden a la manera con la que actua mi pobre corazoncito.
Quise vendarme los ojos, quise huir, salir corriendo hacia delante sin mirar quien se quedaba atrás, porque ya lo sabía, y sabía que me dolería, pero algún capullo disfrazado de borratxo me hizo exponerme a un nuevo zarpazo, a una nueva sonrisa, a una nueva mirada de esas que derriten mis neuronas y convierten los errores pasados en meras anecdotas que allanan el camino para comneter nuevos y mas dolorosos errores.
Así que tomé aire, me dirigí hacia mi triste destino y, por una vez, no sentí la necesidad de arropar y proteger ese pequeño tesoro que la vida me había dado en forma de amiga. Esta vez sentí que la batalla estaba perdida, y que yo estaba demasiado cansado para tratar de recuperar esa sonrisa que tantas veces me dio la vida.
Esa mirada perdida ya no me dijo nada, ya no me transportó a aquellos años en los que fuimos los mejores, en los que fuimos uno, perro y gato, zipi y zape, el ying y el yang, las dos caras de una inseparable moneda, que, de tanto darse la espalda, se les ha olvidado hasta mirarse. Ayer supe que todo quedó en lo que fuimos y ya no somos, que los caminos que elegimos a veces nos unen y otras veces nos distancian, y que,por encima de nuestros deseos, hay batallas que se pierden, hay palabras que se las lleva el viento, hay sonrisas que ya no dicen nada y miradas que ya no llegan a ningún destino.
Así que así derrotado, me dispongo a guardar los más bellos recuerdos en mi cajita de los sueños, esperando, como buen luchador que soy, que algún día, las batallas que hoy están perdidas, aún puedan tornarse victorias, y que tanto ella como yo escribamos cada uno su final feliz en este terrible cuento que es la vida.

1 comentarios:

Mikel dijo...

Todo cambia, incluso nosotros lo haremos, el tiempo es el único que juzga o sentencia las relaciones para bien o para mal.
Tal vez solo esa una etapa de la vida, en la que nos hace desprendernos de cosas que siempre pensamos que eran mas necesarias y luego al final no lo son tanto.
Mira yo en apenas dos meses he pasado del cielo al suelo y aún sigo rebotando, en fin es lo que hay y es lo que toca.

P.D. Yo no me disfracé de borraxo, es mas IBA borraxo