Imagino que cada cual vive sus tradiciones de una manera particular, y yo sin duda no puedo ser menos. Fiestas hay muchas, algunas muy buenas y otras muy malas. Algunas para repetir todos los años y otras para no volver ni invitado. Eso sí, de lo que no me cabe ninguna duda es de que como los sanfaustos, para quien los vive de cerca, no hay nada comparable.
Y no sabría decir si es el mimo con el que se prepara cada día la camisa, las abarkas, el gerriko o el pañuelo, no sabría decir si es el olor del zurrakapote por las calles, el porrón que pasa de mano en mano y de boca en boca desde la tarde hasta el amanecer, no sabría decir si es el constante tintineo de los cascabeles por las calles, o si tal vez es el hecho de que es lugar de encuentro con la gente que conoces de toda la vida y que aprecia esos momentos tanto como tu.
Será imagino que un poco por todo, porque olvidamos la rutina y nos permitimos soñar, e incluso, con un poco de suerte, encontramos en el camino, entre trago y trago, sueños que terminan convirtiéndose en realidad.
Así son los sanfaustos, algo especial…
0 comentarios:
Publicar un comentario