Pues si, ando cansado, somnoliento, vamos, con una empanada encima de tres pares de cojones. No se si contribuirá a ello la falta de alimento debido a la operación bikini o si es que simplemente la semana se me va a hacer muy larga hasta que el viernes ponga rumbo a la capital del reino para disfrutar de unos días alejado de los problemas diarios.
Necesisto salir de aquí, respirar un poco, vivir en Euskadi para mí es un ni contigo ni sin ti, necesito marcharme de aquí para echar de menos lo que tengo y estar más relajado, siempre ha sido así, al menos que yo recuerde. Es lo de siempre, los árboles no me dejan ver el bosque, cuando estoy aquí la rutina me envuelve de tal manera que me olvido de lo que quiero, de lo que necesito e incluso de quien soy, solamente me dejo llevar dentro de esta frágil y a la vez inexpugnable burbuja que he construido a mi alrededor.
Cuando llega este momento necesito salir a tomar aire antes de empezar a ahogarme en mi propia paranoia, marcar un poco las distancias antes de sentirme devorado por la monotonía. Espero que en unos meses las pilas se carguen a tope, un par de semanas alejado de la vida normal, rodeado que gente a quien no conoces y a la que no sólo no entiendes, sino que tampoco lo intentas, sin más preocupaciones que disfrutar con mi gente de una buena cerveza en Genova, dar de comer a los osos en Berna o dejarnos llevar por un interminable atardecer en los Alpes. Las vacaciones de este año por Europa las quiero y las necesito por partes iguales, aunque sigue siendo extraño que, para encontrarme a mi mismo, siempre tenga que alejarme tanto del sitio en el que estoy.
Disfruten del día, y si sienten que el mundo se mueve sin sentido y empiezan a marearse, pues bájense un rato, y tomen aire.
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