Oscuro, lluvioso y tristón, vamos, típico día de Aste Nagusia, sobre todo si a uno le toca currar. Si ya es bastante duro levantarse para ir al trabajo, suele ser bastante peor si es lunes, y suele ser mucho peor si el sábado has estado de parranda con Marijaia.
Al final llega la Aste Nagusia y uno no sabe si es una bendición o una maldición, porque, antes de arrancar, te pones a pensar, que si la aglomeración, que si las colas para pedir en las txoznas, que si los conciertos en el culo del mundo… pero es que luego es arrancar y no parar. La del sábado fue noche de las que empiezan a las 5 de la tarde, noche de tragos y más tragos, noche de fuegos, noche de conversaciones etílicas y chistes malos, noche de conciertos, de lágrimas sinceras al oír la canción que te hace recordar el día en el que sin querer te hiciste mayor a golpe de sangre y fuego, noche de perderse varias horas para ir tropezándote con todo el mundo, noche de escuchar canciones que te hacen acordarte de la gente especial para ti, noche de reencontrarte tras varias horas deambulando, evidentemente con un katxi en la mano y bastante más perjudicado que cuando te perdiste, noche de que a uno le quiten años y le saquen una sonrisa, noche de pincho de tortilla con los primeros rayos del sol, noche con Marijaia, al fin y al cabo.
Y así andamos, algunos griposos, otros magullados, pero esperando que pase este lunes gris, y que llegue una nueva noche de calor y amistad entre tragos y canciones.
Al final llega la Aste Nagusia y uno no sabe si es una bendición o una maldición, porque, antes de arrancar, te pones a pensar, que si la aglomeración, que si las colas para pedir en las txoznas, que si los conciertos en el culo del mundo… pero es que luego es arrancar y no parar. La del sábado fue noche de las que empiezan a las 5 de la tarde, noche de tragos y más tragos, noche de fuegos, noche de conversaciones etílicas y chistes malos, noche de conciertos, de lágrimas sinceras al oír la canción que te hace recordar el día en el que sin querer te hiciste mayor a golpe de sangre y fuego, noche de perderse varias horas para ir tropezándote con todo el mundo, noche de escuchar canciones que te hacen acordarte de la gente especial para ti, noche de reencontrarte tras varias horas deambulando, evidentemente con un katxi en la mano y bastante más perjudicado que cuando te perdiste, noche de que a uno le quiten años y le saquen una sonrisa, noche de pincho de tortilla con los primeros rayos del sol, noche con Marijaia, al fin y al cabo.
Y así andamos, algunos griposos, otros magullados, pero esperando que pase este lunes gris, y que llegue una nueva noche de calor y amistad entre tragos y canciones.
0 comentarios:
Publicar un comentario