Había comenzado el año así como al ralentí, muy poquito a poco, sin prisas, con el convencimiento de que el ritmo se va cogiendo sin forzar y por inercia, sin la necesidad de llegar corriendo a ninguna parte.
Y así, poquito a poco dejas de ir en primera, y sólo con saber que ya es viernes metes la segunda para ir un poco mejor, y van pasando las horas, y un disfraz, un pelucón y las mil ideas que rodean a unos ya próximos carnavales hacen que entre la tercera, y sigues el camino, más suelto, y una tarde con amigos, preparando un viaje cercano a una Lisboa que vamos a devorar, te meten en cuarta y casi casi a la carrera, un reencuentro, buen rollo y una noche de largas charlas y sonrisas hasta que la luna casi se cansa de mirar consiguen que vayas en quinta y vuelvas a recuperar tu ritmo, siempre rápido pero sin pasarte de revoluciones, y teniendo siempre en cuenta donde están los frenos.
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