Muchos, demasiados, algunos sin sentido y otros simplemente utópicos e ilusorios, pero todos ellos necesarios. El año llega cargado de proyectos, esta vez sobre todo personales, y esta vez la mayoría se quedan para adentro, y tanto mi victoria como mi derrota serán saboreadas en soledad.
Y es que al final parece que los proyectos se cumplen sólo con decir que vamos a hacerlos, y luego por norma general esas palabras se las lleva el viento tan veloces como llegaron, para volver a ser pronunciadas, muy probablemente, con el comienzo del año siguiente.
Bien es cierto que muchos proyectos, se los guarde uno para sí mismo o no son de carácter público, además, en mi caso, casi es mejor que así sea, y que nadie se asuste si estoy de peor humor del habitual ahora que intento vivir sin humos y además sigo con la batalla eterna contra el perenne michelín, en el fondo, estos proyectos no dejan de ser pequeñas cosas, comparadas con las que uno se promete conseguir y no quiere contar.
Esos proyectos, esa construcción de uno mismo, ese avance hacia sus propios sueños y hacia la consecución del equilibrio, son lo que deben movernos y motivarnos cada día para dar un paso adelante, o incluso hacia atrás si es necesario.
Así que otro año más lleno de proyectos y sueños, otro año más dispuesto a avanzar, pero esta vez, si no les importa, me lo guardaré un poco para mí, que a veces hay que saber perder o ganar sin hacer partícipe al resto de las batallas que no pueden ayudarte a librar.
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