Para volver a llenarlas, y es que con las botas aún llenas de barro y polvo del último camino, es hora de comenzar a intuir los venideros. No puedo evitarlo, es parte de mí, esa ansia por conocer, por ver, por sorprenderme con todo aquello que me es diferente o simplemente hasta ahora desconocido.
Así que casi sin deshacer la maleta es la hora de decidir los nuevos caminos por recorrer, he de reconocer que cada año tiene algo distinto, y que el viajero, pobre de cartera y rico en sueños, como es mi caso, al final debe acoplar los segundos a la primera, mal que le pese. A pesar de todo, finalmente, lo que importa es compartir el viaje con buenxs compañerxs, y siempre que se pueda, reencontrarse en el viaje con aquellxs que viven lejos.
Por lo tanto, este año de momento apunta destino cercanos, con la salvada excepción de la promesa realizada al tito Alberto de volver este verano a Finlandia, aunque claro, al final, lo importante no es cuantos kilómetros recorres, sino la forma de recorrerlos, así que nada, que comience a volar, de momento, la imaginación…
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